Papel

Cumplir la ley no es cuestión de oportunidad

La Razón
La RazónLa Razón

El documento que presentó Podemos sobre su programa de gobierno para un pacto con el PSOE es lo que puede esperarse de un partido radical, desconocedor de la gestión, sectario y demagógico, cuyas propuestas, además de contradictorias, son económicamente inviables, pero necesarias para engañar a los ciudadanos sobre el «paraíso y la justicia social» que prometen. Y están en línea con lo que hemos ido conociendo sobre su financiación. Detrás de ambas está el apoyo a un proyecto ideológico que quiere cambiar nuestro sistema con el apoyo de países que defienden un modelo radicalmente opuesto.

El origen de los recursos para su organización y lanzamiento fue el régimen de Chavez, y el objetivo, crear una opción política antisistema que desestabilizara nuestro país por la izquierda y acabara con nuestro sistema con la excusa de la crisis y los recortes, introduciendo técnicas y mensajes propios de los países comunistas que les sostenían. Les dieron capacitación tecnológica para crear esa red social que hizo de internet el mejor instrumento de difusión, convocatoria, información y acción concertada que culminó en el 15-M, y les sirvió de ensayo para convertir ese «movimiento» en un partido que se presentase a las elecciones para conquistar las instituciones y acabar con el sistema desde dentro.

Sabemos que a través de «monederos» de turno y las fundaciones afines al régimen chavista se les hizo llegar el dinero necesario para ello, sin que al día de la fecha sepamos cuánto y a través de cuáles se hizo, esperando que el nuevo Parlamento venezolano aclare lo que no hemos sido capaces nosotros. Recientemente hemos conocido que esa financiación llega también de Irán a través de la televisión que han introducido en España para trasladar los mensajes favorables a un régimen religioso tiránico que no respeta los derechos fundamentales, que persigue a los homosexuales, a las mujeres, y reconoce utilizar este instrumento para desestabilizar los gobiernos occidentales que están contra ese régimen. Televisión que, a cambio de defender todo ello, brinda una plataforma mediática para que el señor Iglesias haga proselitismo político y reciba financiación para su partido sin escrúpulo alguno, pues, como ha reconocido públicamente, aunque pudiera discrepar con ese régimen en algunas cosas, en política hay que cabalgar las contradicciones, y es más práctico no criticarles y aceptar su dinero para financiar Podemos. Es decir, el fin justifica los medios para el señor Iglesias. Esto demuestra que detrás de este movimiento está la alianza internacional de la izquierda y los movimientos revolucionarios comunistas contra el sistema occidental. Y lejos de provocar una reacción inmediata y contundente de nuestras instituciones condenándolo y evitándolo, se sigue pasando de puntillas por este asunto, sin profundizar en su gravedad y sin tomar medidas para evitar el perjuicio que supone. Estos movimientos se aprovechan de las fortalezas de nuestro sistema: la libertad, la pluralidad, la igualdad, los derechos civiles y políticos, para penetrar entre nosotros con ese falso discurso que sólo quiere acabar con él, convirtiendo esas fortalezas en debilidades.

El fenómeno de esta izquierda radical y su soporte no es nuevo. Sí lo son los instrumentos a su alcance y la capacidad de penetrar y «vender» quimeras con el único objetivo de lograr el poder a toda costa para perpetuarse en él, pues la vieja utopía de acabar con el Estado terminó en cuanto lo lograron, porque sin Estado no hay poder que valga. Y es muy preocupante la falta de reacción para defender nuestra sociedad de estos movimientos y para evitar esa flagrante vulneración de la ley y del sentido común que se encierra en estas vías de financiación. La propuesta y la prepotencia con la que se comportan es seña de identidad de estos movimientos, que se crecen cada día ante la falta de reacción por parte del Estado, y se aprovechan de la falta de criterio, principios y proyectos del resto de partidos de su órbita próxima, a los que les une el objetivo de gobernar como sea. La propuesta es inviable y la actitud, inadmisible. Esperemos que el afán de revancha y poder del PSOE y de supervivencia de Pedro Sánchez no llegue al extremo de aceptar unos postulados imposibles convenientemente edulcorados para justificar lo injustificable, de los que tengamos que arrepentirnos.

Mientras, el Estado debe actuar contra esa financiación y estos apoyos externos de dudosa legalidad con celeridad y contundencia, y los ciudadanos, tomar buena nota de lo que pueden esperar de ellos si llegan a tener responsabilidades de gobierno. Los que defendemos nuestro sistema político de convivencia tenemos que unirnos y reaccionar contundentemente con la fuerza de nuestro Estado de Derecho, y al igual que hay más conciencia de que no pueden admitirse a aquellos que no respetan nuestras leyes y nuestro modelo de convivencia, tampoco admitamos aquellos que desde dentro y con el apoyo de los que quieren destruirnos, lo hacen políticamente desde dentro. Los partidos constitucionalistas y sus mayorías no han estado a la altura y ahora es necesario reaccionar. Sólo los ciudadanos pueden arreglarlo con su decisión en las urnas, si es que llegan.