Enrique Miguel Rodríguez

Curiosidades II

Ayer escribía sobre curiosidades frivolonas. Hoy no pretendo ponerme trascendente, que ya hay bastantes que lo hacen estupendamente y otros que matan cualquier esperanza al amanecer. Sólo curiosidades que afectan a la justicia. En el mediático juicio donde es estrella, a su pesar, Isabel Pantoja, qué no daría ella por empezar de nuevo y no haber conocido ni calabozos, ni banquillos, ni dineros que llegan con perfumes dudosos. Dejo la lírica y vuelvo al juicio. Un perito de Hacienda que declaraba como testigo afirmaba que ciertos ingresos que se producían en la cuenta de la artista se hacían como normalmente lo hacen los narcotraficantes. No se pudo elegir un ejemplo más doloso para la acusada. Sin dedicarse a la droga, hay personas que ingresan dinero sin rebasar los 3.000 euros porque han vendido una casa y se le ha pagado una parte en B, o incluso se ha hecho una gala en las fiestas de una población y el Ayuntamiento no quiere que se sepa la cantidad pagada porque excede de los presupuestos, y mil figuras más, todas ellas delictivas, pero que no son equiparables al tráfico de drogas. Pero lo más curioso del citado perito es cuando afirmó que otra de las posibles sospechas es que los ingresos se hacían antes de las 11 de la mañana. Los bancos están abiertos de las 8:30 a las 14:00 horas, dentro de ese horario, no entiendo por qué unas horas son más sospechosas que otras. Verdaderamente curioso. Siguiendo con la justicia, y después de felicitar al ministro de justicia, que ha conseguido algo que no se había producido en los 35 años de democracia, que todos los integrantes del derecho estén unidos, aunque sea en su contra. Siempre he pensado que jueces y fiscales ganan muy poco dinero, teniendo en cuenta su gran responsabilidad y el esfuerzo realizado para llegar al puesto. Estos ingresos los dejan muy expuesto a las tentaciones. Durante un juicio por corrupción en una república latinoamericana, el fiscal preguntó a un conocido narco si era verdad que había comprado al juez que se juzgaba, regalando una mansión. El delincuente contestó: «No hizo falta tanto, pagaba el servicio y el colegio de sus hijos». Éste es el peligro que se corre recortando ciertas partidas.