Vivienda social

De azote «salvador» a «buitre» especulador

La Razón
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Érase una vez un joven estudiante comprometido con la lucha social en favor de los desfavorecidos, que aspiraba a derrocar el sistema en el que vivía acabando con los especuladores que se enriquecían a costa de los ciudadanos y con los malvados poderes económicos, que querían acabar con todos los salvadores que venían a derrocar el sistema que les permitía seguir con sus privilegios.

Un día, mientras estudiaba y sin saber cómo, una cooperativa sindical le asignó directamente un piso de promoción pública en un municipio del que no era vecino, pese a no tener ingreso alguno, en detrimento de la mayoría de los adjudicatarios, que tenían que residir en dicho municipio y competir libremente con cuantos quisieran optar a esos pisos.

La única vinculación conocida era la amistad del padre con el alcalde de la localidad que dio los terrenos a dicha cooperativa, con el que compartía sillón en el Consejo de una «especuladora» caja de ahorros. Un padre al que su hijo calificaba de «obrero al que no pudieron matar los especuladores», que le prestó, junto a otros familiares, 52.000 euros para hacer frente a la entrada, asumiendo él el crédito restante, más de 90.000.

El joven y aguerrido luchador social, apenas firmó los papeles que le hacían dueño de la vivienda, se dio cuenta de que no tenía ingresos para pagarla, por lo que en un gesto de generosidad con los que carecían de ella decidió ponerla a la venta en lugar de devolverla, recuperando el préstamo familiar, liberando de tamaño esfuerzo al obrero y su familia, y permitiendo que otro de los aspirantes que no tuvo la suerte del dedo pudiera acceder a ella. Eso sí, lo hizo a un precio mayor al de la compra por culpa de la malvada comunidad, que le obligó a «especular» y obtener una suculenta plusvalía en tiempo récord, no sin antes, al parecer, intentar venderlo por un precio superior. Y ya que se enriquecía sin quererlo, qué mejor ayuda a los necesitados que invertir en un máster y un ordenador, y seguir combatiendo a los malvados capitalistas.

La lucha del joven le rindió frutos y se convirtió en padre de la patria y azote de ventajistas, privilegiados del sistema y especuladores, insultándoles y exigiéndoles responsabilidades por no adaptarse a sus criterios en la gestión de la vivienda pública: «El objetivo final de la misma no es venderla sino garantizar el derecho a acceder a ella a quien no puede hacerlo en el mercado libre», «si hay beneficio por que el suelo municipal para vivienda es más barato, debe reinvertirse en vivienda», «el precio del módulo es un máximo que no impide vender la vivienda más barato» o «debe accederse a ella por concurso».

Cuando se le pidieron explicaciones por el pelotazo dado con la vivienda obtenida a dedo y sin tener dinero, el «buitre» especulador justificó que «no tenía que decir de dónde salía su dinero», «que se lo impuso la Administración», «que no la iba a regalar» y «que era un ataque de los poderes económicos» por el temor que les infundía y a que derrotara a su compañera «salvadora» en sus luchas internas.

Es muy propio de estos personajes condenar a los demás por lo que hacen ellos mismos, y pedir explicaciones que ellos no dan. Porque no la tiene. Cuando se pone el listón tan alto y en ser «beneficiario a título lucrativo», o se cumple, o se queda inhabilitado para siempre, por mucho que siga gritando.