Ely del Valle
De Correcaminos a Coyote
A los líderes de Podemos les ha pasado como al huracán Joaquín, que la fuerza se les ha ido en el amago, y ahora, a medida que se acerca la hora de la verdad, descubren que el centro radical en el que se ha instalado Rivera alumbra más que su populismo de diseño; por eso, si hace dos desayunos afirmaban estar preparados para asaltar al cielo de La Moncloa, hoy ya no tienen más remedio que reconocer por boca de Carolina Bescansa que una cosa es poder y otra muy distinta, conseguir. Se confirma así que la espantada de Iglesias de la recepción del Palacio Real, criticada por quienes consideraban que nunca debió permitir que todo el protagonismo recayera sobre el otro gran descubrimiento político de la temporada, lejos de ser un error, lo que fue es un acierto: más vale dejar que los incondicionales sigan pensando en un fallo de estrategia que haber ido para quedarse con cara de escritor al que le toca Antonio Gala de vecino en la Feria del Libro.
A Iglesias y los suyos, que se creyeron unos modernos Julio César capaces de llegar, ver y vencer, o incluso de vencer sin llegar ni ver, los últimos resultados electorales y el plantón de su secretaria general en Cataluña les han devuelto a una realidad que tiene muy poco que ver con el calentón colectivo de hace un año; de ahí que ahora se anticipen a lo que puede suceder el 20-D, reconociendo que hasta para el asalto hace falta una tropa que no huya en desbandada a la primera de cambio. Y que conste que el gesto les honra, porque después de vender hasta la saciedad que eres el Correcaminos, tiene que ser muy duro reconocer que en el casting final sólo has conseguido el papel de Coyote que ve como su presa se escapa veloz por el horizonte.
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