F. C. Barcelona
De «shock» en «shock»
Luis Enrique pliega. Continuará en el Barça hasta que la temporada baje el telón. Entonces se irá. Necesita descansar y desconectar, dice. No aguanta más. Que si correr un Tour sin reserva te quita un año de vida, según los ciclistas, tres temporadas a toda presión en el Barcelona, alguno restará. Por eso ha terminado con el suspense y después de meterle 6-1 al Sporting de sus entretelas ha anunciado que no renovará. Como si le doliera la derrota del equipo de su tierra. Pero no es eso. Ha decidido abrir un paréntesis de un año, por lo menos, porque del tiquitaca que encumbró a los azulgrana apenas hay noticias. Y porque el dolor verdadero es comprobar que sin energías, y quién sabe si tampoco conocimientos, extraer más jugo de una plantilla exprimida, que sobrevive gracias al talento de Messi, se antoja misión suicida. Todo se acaba. En dos temporadas ha ganado ocho títulos de diez posibles y en la tercera acaricia la Copa –es superior al Alavés–; en la Liga, las dudas y batacazos del Madrid le aportan toneladas de oxígeno. De hecho, anuncia su adiós en junio siendo líder del torneo, pero con un partido más que el eterno rival, empeñado en estrellarse.
El 4-0 del PSG en Champions pudo marcar su destino e influir en su despedida. Es harto difícil que el equipo de Emery encaje cinco goles en el Camp Nou y no marque alguno. Aunque en fútbol no hay nada imposible. Quién iba a imaginar que en 2017 el Madrid de Zidane se desangraría como aquel de Ancelotti. Ha perdido tres partidos. Le eliminó el Celta de Copa y Las Palmas le ha puesto «colorao» en el Bernabéu. Bale, que no bajaba a defender ni harto de güisqui, se ganó a pulso la expulsión a los 48 minutos. Síntoma de impotencia. Frente a diez crecieron los canarios. Ganaban 1-3, pero perdonaron. El Madrid, no. Con otra ración descomunal de fe, empató. No obstante, cede el liderato a Luis Enrique. Es un traspié, no un homenaje.
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