Julián Redondo
«Déjà vu» del «Niño»
Asediado, hostigado, cercado, angustiado, acosado, embotellado y... clasificado. El gol de Torres antes de cumplirse el minuto, que cogió al Madrid entre desprevenido, confiado –no esperaba ese arranque relámpago del Atlético– y dormido, le reactivó de tal forma que, volcado sobre la portería de Oblak, era comparable al ataque de la brigada ligera, al séptimo de caballería y a un escuadrón de kamikazes. La ofensiva se saldó con un espejismo de cabeza marcado por Sergio Ramos –no podía ser otro, tratándose del Atlético– y un máster en despejes de la zaga rojiblanca. Después de tanto esfuerzo, ofensivo de unos y defensivo de otros, empate a uno en el descanso. A continuación, el «déjà vu» del «Niño». Si en el 0-1 se despistó Pepe, el 1-2 lo propició Ramos. Otra vez Griezmann al contragolpe, Torres, ahora a su izquierda, recibe, recorta a Pepe y mete el balón entre las piernas de Navas. El «Niño» no ha alcanzado el punto ideal de forma; pero justifica su presencia.
Y la eliminatoria, entre cuesta arriba e imposible para el Madrid, aunque empató Cristiano. La diferencia, que en el segundo tiempo el tráfico se repartía entre los dos campos y Oblak compartía vicisitudes con Keylor. El fútbol discurría en dos direcciones, con lo que las posibilidades de que el anfitrión, que daba muestras de fatiga tras un esfuerzo colosal, metiera tres goles se antojaba tan imposible como escalar el Everest con chanclas y camiseta de tirantes. El Atlético elimina al Madrid e Isco pierde los nervios. Aprenderá.
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