Julián Redondo
Derrotar a la galbana
Fulgurante comienzo del Madrid en el partido de las cuatro. En los tres primeros minutos, Cristiano remató dos veces. El Levante iba y venía, bote que, a merced de la tempestad, terminó por escorar. Penalti como una casa de Juanfran, exagerado en las protestas. Zancadilleó a Chicharito y Ronaldo firmó su decimocuarto gol consecutivo en siete partidos de Liga. ¡Brutal! A partir del 0-1, la galbana se apoderó del equipo de Ancelotti. A Isco, Modric y Kroos les costaba entregar el balón porque los posibles receptores estaban dormidos. ¿Extrañan el horario? Quizá, o es que se ven tan superiores que no ocultan la relajación. No es como cuando España cambió los 4/5 grados de Curitiba por los más de 30 de Salvador de Bahía y la humedad del 90 por ciento; Holanda la machacó. No fueron atendidos los avisos del riesgo que suponía infravalorar la «tontuna», que es como llaman en aquella parte de Brasil a un cambio climático tan radical que a quien lo padece le supone un «jet lag» de cuatro horas. En el segundo tiempo la Roja, que iba de blanco, encajó cuatro goles. Estaba dormida. Y no es que el Madrid echara una cabezadita en el Ciutat de Valencia, es que se despistó. El Levante no lo aprovechó y cuando soñaba con el empate se encontró con el oportuno cabezazo de Chicharito. La zaga granota, en los cerros de Úbeda. El 0-2 fue un mazazo y cuando Cristiano hizo el 0-3, las ranas ya no croaban; el anfitrión estaba hundido. James e Isco confirmaron la defunción.
El Madrid, previo paso por las arenas movedizas de Anfield, se plantará en el clásico con la moral liguera por las nubes. Todas las señales que emite son positivas. No es la flauta de Ancelotti, es la tecla.
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