Julián García Candau

Día de boda

El Real Madrid, en lugar de lamerse la herida de Villarreal, convocó a una boda. Tras el baño futbolístico que sufrió durante muchos minutos en El Madrigal se puso de tiros largos para festejar la prolongación del contrato de Cristiano Ronaldo. Fue el modo de simular la noche sabatina. Eran horas para celebrar la gran actuación de Diego López, que salvó al equipo de la derrota, y que pudo ser hasta humillante, y todo se centró en la figura de Cristiano, que marcó un gol de rebote. Era el momento de ponerse a pensar sobre los métodos de trabajo de Carlo Ancelotti, y el club destinó el tiempo a confirmar que la renovación del astro portugués era realidad y que no había lugar a especulaciones sobre tristezas y posibles ofertas foráneas.

El Real Madrid no pareció club preocupado por el inesperado resultado con el Villarreal, sino más bien eufórico y con motivos para festejar. También en algunos medios se optó por ver la botella medio llena y hubo elogios para el debutante «cien millones» porque en su puesta de largo marcó un gol. Gareth Bale batió a Asenjo en momento en que estuvo donde debía. Hasta entonces apenas había dado señales de gran estrella. Hizo una jugada en que dio muestra de gran jugador, pero era difícil que en la primera salida diera sensación de acoplamiento. Era casi imposible. Tampoco estaba físicamente en buena forma y quizá lo más conveniente habría sido alinearle en la segunda parte cuando los contrarios ya habían gastado energías. Pero todo sea en honor y gloria de Cristiano.

Posdata. A Iker Casillas le decían santo. Diego López fue santo y seña en El Madrigal. Que conste.