La Habana

Diego de Gardoqui

La periferia costera española experimentó en el siglo XVIII una considerable recuperación económica, uno de cuyos ejes fue el Consulado de Comercio de Bilbao, pero también una concurrencia de factores estructurales tales como la Guerra de Sucesión española y el asentamiento de la dinastía borbónica o la excelente posición estratégica del puerto de Bilbao. El Consulado se impuso tras una larga pugna al de Burgos en el tráfico comercial del Cantábrico, aumentando las inversiones e intercambios comerciales, propiciado por el impulso de empresas y compañías creadas por familias con alto poder económico. Una de éstas fue la Casa Gardoqui e Hijos, fundada a mediados del siglo XVIII por José Ignacio de Gardoqui y Mezeta, casado con María Simona de Arriquibar y Mezcorta. Del matrimonio nacieron ocho hijos, el cuarto de ellos, Diego, se dedicó a las tareas propias del comercio, así como a las del Consulado y Ayuntamiento de Bilbao; se ocupó de las relaciones comerciales con Inglaterra, donde vivió su adolescencia, y desde donde entabló relaciones directas con comerciantes de Philadelphia y Newbury.

Al iniciarse los preliminares de la Guerra de Independencia de las trece colonias hacia 1773, la Casa Gardoqui había sido ya requerida por su red comercial para enviar pertrechos militares, telas para uniformes, mantas de Palencia, tiendas, pólvora, armas... en el tornaviaje de la exportación de bacalao y otros artículos, proponiéndose por el Congreso Continental como proveedor oficial desde 1776. En octubre de ese año los colonos comienzan a recibir ayuda desde Nueva Orleans, en la desembocadura del Mississippi, y, un año después, se suma el puerto de La Habana.

En febrero de 1777, Diego de Gardoqui es elegido como intérprete en las relaciones con los representantes norteamericanos al llegar Arthur Lee a la península y demandar una entrevista con Grimaldi. A partir de ese instante comienza la ayuda gubernamental a través de la Casa; se factura toda clase de abastos por valor de dos millones de reales a fondo perdido, continuando de forma ininterrumpida hasta 1779. En 1783 es nombrado cónsul y agente general de España en Londres con la misión de obtener acuerdos comerciales con Inglaterra que facilitasen la paz; cuando se firma ésta se nombra a Bernardo del Campo embajador de España en Inglaterra y a Gardoqui, encargado de Negocios de España en Estados Unidos. Floridablanca formuló las instrucciones de Gardoqui sobre cuatro puntos: arreglo de límites para establecer sólidamente la amistad, de acuerdo con Bernardo de Gálvez; asegurar la navegación del Mississippi; imposibilidad de conceder a los norteamericanos comercio en la América española, debido a los tratados firmados con otras naciones; y concederles trato de nación más favorecida en el comercio con Europa e islas adyacentes.

El Congreso, instalado en Nueva York, recibió ceremoniosamente a Gardoqui en la presentación de credenciales el 2 de julio de 1785 y designó a John Jay segundo secretario de la Secretaría de Estado para tratar con Gardoqui los asuntos especificados en sus poderes. Existe una diferencia fundamental entre la gestión de Jay en España (1780-1782), momento de enorme incertidumbre y angustia norteamericana antes de la batalla de Yorktown (1781), y el año 1785, ya firmada la paz, con el reconocimiento de la independencia, convertidas las colonias inglesas en Estado y en vísperas de proclamar su Constitución (1787), con una considerable dote de optimismo social y político de primera magnitud. Gardoqui se dio cuenta, tras las primeras entrevistas con Jay, que el problema de la navegación del Mississippi era prioritario en las negociaciones, pues las peticiones revelaban pretensiones opuestas a las ideas de Floridablanca y, por tanto, a los intereses de España. El Congreso entendía con firmeza rocosa que el tratado de paz de 1783 concedía a Estados Unidos el derecho de la libre navegación del Mississippi, estableciendo los límites en el paralelo 31º; las únicas pretensiones de España debían ser la Florida y Nuevas Orleáns, de acuerdo con el tratado de 1783 firmado entre Inglaterra y Estados Unidos.

Gardoqui trabajó a fondo el grado de amistad con John Jay y George Washington. Puso su máximo empeño en que el Congreso abandonase la idea de la libre navegación en la gran arteria fluvial y conseguir un tratado de alianza y comercio. Ganó grandes simpatías en el Congreso, pero no logró que renunciasen a sus aspiraciones acerca de la libre navegación del río, por donde salía la enorme riqueza del Valle del Mississippi. Y es que, inmediatamente después de la Declaración de Independencia de 1776, el Congreso había dedicado un arduo trabajo para la construcción de una arquitectura de su política exterior, basada en principios expresados en el «Plan of Treaties», de John Adams, que centraba la orientación de la política exterior sobre Francia y España.