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Diplomacia

La Razón
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Esta mañana el Papa recibe al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. Es ésta una ceremonia tradicional para intercambiarse saludos y buenos deseos para el año que comienza. Es también una ceremonia a la que el Vaticano da una gran importancia.Lo demuestra que tenga lugar en la Sala Reggia, el recinto civil más imponente del Palacio Apostólico, donde los Soberanos Pontífices solían recibir a los monarcas. Está decorada con grandes frescos que narran los fastos históricos y las glorias del papado.

La Santa Sede mantiene en estos momentos relaciones diplomáticas plenas con 179 países y relaciones especiales con algún otro como la Federación rusa o la Unión Europea. Sólo diecisiete naciones soberanas no mantienen relaciones diplomáticas con el estado vaticano. La más importante, sin duda, de todas ellas es China, que rompió unilateralmente sus relaciones en los años cincuenta. Desde hace algún tiempo, delegaciones de ambos países se han reunido para poner fin a esta anómala situación. Lo mismo sucede con Vietnam, pero en este caso las negociaciones se hallan en un estado mucho más avanzado, casi finalizado.

El acto tiene una estructura sencilla: después de escuchar unas palabras de saludo del decano (en estos momentros ostenta dicho cargo el embajador de Angola), el Papa pronuncia un discurso en el que expone la visión que tiene la Santa Sede de la situación del mundo con sus luces y sombras. Es un discurso elaborado por la Secretaría de Estado que, previamente, ha recibido las sugerencias y notas de las diversas nunciaturas esparcidas por el mundo. Las cancillerías prestan mucha atención a las palabras del Papa.

Durante su visita a Estados Unidos el año pasado, Francisco pronunció un discurso ante la Asamblea General de la ONU que causó impresión y en su reciente mensaje navideño «urbi et orbi» se refirió explícitamente a quince países del mundo cuya situación preocupa especialmente a la Santa Sede. Es previsible que en el discurso de esta mañana reafloren esas preocupaciones y sus llamamientos para que el diálogo y la negociación se abran paso en la escena internacional sobre la que se están adensando amenazantes nubarrones.