Fernando Vilches

Educar en valores

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Ya he hablado en alguna otra ocasión en esta columna del sistema educativo francés, y he mencionado al colegio L'Union Chrétienne de Saint Chaumond como el mejor colegio francés de España, dirigido por madame Ayrault, una religiosa extraordinaria como persona y como formadora, comandado por madame Auguet, jefa de estudios, y secundadas ambas por un profesorado que aúna su conocimiento de la materia que imparten con unas dotes pedagógicas y una valía humana dignas de encomio. El lunes pasado, mi hija (16 años) llegó a casa muy tarde porque había tenido el «Devoir Français» del mes de abril. Cuatro textos de los poetas franceses Rimbaud, Vian, Desnos y Hugo, y uno del español Celaya. Una «question» obligatoria: «A partir de los textos del corpus, hable sobre la función que deben cumplir los poetas en el mundo», y tres «Sujet» a elegir uno: el primero, un comentario; el segundo, una disertación; y el tercero, un ejercicio de invención. Si yo pusiera un examen parecido a mis alumnos de la Universidad, probablemente me dirían que qué les he puesto y serían incapaces de resolverlo. La diferencia de la educación española respecto de la francesa es que aquella está planteada desde el consenso y el respeto más absoluto, diseñada para formar y no para adoctrinar. Además, la UXSC añade su visión de la educación integral: para formar personas. Cada día estoy más convencido de que en España no interesa «educar». El debate de más o menos catalán, o euskera o gallego en los programas de enseñanza enmascara el auténtico debate: ¿Y de los contenidos, qué? Si pretendemos «domesticar» a nuestra juventud, abandonemos toda discusión sobre contenidos comunes y adecuados para los currículos educativos. Desde Campomanes hasta Jovellanos dijeron: «Dadme la escuela y una generación, y habré cambiado el país». ¡Qué lejos estamos de nuestros ilustrados!