Julián Cabrera
El «arreón»
El término «arreón» aun no estando recogido en el Diccionario de la Real aAcademia de la Lengua suele ser acuñado por la prensa deportiva a la hora de referirse al último y titánico esfuerzo de los equipos de fútbol por conseguir un buen resultado. Termino que se antoja idóneo para lo que vamos a ver, a oír y a vivir en estas últimas curvas previas a la recta final de una campaña electoral que, esta vez más que nunca, llega condicionada por lo ocurrido en los días anteriores y que es proporcional a las posibilidades de cada una de las cuadrigas en una carrera semejante a la inmortalizada en «Ben Hur».
Puestos a detenernos en las cuatro grandes opciones políticas protagonistas de la campaña, la pregunta es cómo llegan a este punto decisivo. El Partido Popular pasa el ecuador sin haber cometido errores que le lastrasen hasta el viernes 18; Rajoy ha puesto sobre la mesa las más atrayentes y probablemente realistas propuestas electorales, especialmente en materia fiscal y de creación de empleo. Además, no sólo se paró el golpe del debate a cuatro en Atresmedia, sino que se situó a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría en un idóneo papel de defensa de la labor de gobierno sin sucumbir a los puntuales fuegos cruzados de Iglesias, Sánchez y Rivera. Sin embargo, más de uno se pregunta en el cuartel general popular por qué los sondeos propios no acaban de conceder la superación de esa ansiada barrera del 30 por ciento.
El candidato socialista Pedro Sánchez arrancó la campaña tan renqueante como en las semanas anteriores, pero desde la noche del debate a cuatro, y en gran parte debido a sus consecuencias, los ataques masivos hacia quien pintaba como una «pieza herida» por rematar han justificado, el argumento de «todos contra mi», que el PSOE empieza a rentabilizar en pos del voto útil para la izquierda tradicional con experiencia de gobierno. Puede que lo de «salvar al soldado Sánchez» se vuelva contra más de uno.
Sobre Podemos, el propio Rajoy coincidía con Pablo Iglesias en uno de los múltiples actos electorales y le apuntaba textualmente: «Estás haciendo una muy buena campaña» y es cierto. La recuperación de esta formación es más que evidente, otra cosa es hablar de remontada. Iglesias sigue sin encajar un discurso meridiano en cuestiones como el derecho a decidir en Cataluña.
Y si de uno de los cuatro principales candidatos puede apuntarse que no llega en las inmejorables condiciones de hace semanas, cuando todos los sondeos le situaban en «subida libre», ése es Albert Rivera. Ni brilló como se esperaba en el debate de Atresmedia, ni ha gestionado con su habitual destreza la polémica sobre la propuesta electoral de Ciudadanos ante la violencia de género, por no hablar de evidentes síntomas que, como en las pasadas municipales, hacen pensar que la campaña puede hacérsele especialmente larga. Pues bien, con estos elementos y alguno más en previsión toca mojarse: la del 20-D –y con todo el respeto a la demoscopia– será una noche de sorpresas.
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