José Antonio Álvarez Gundín

El boxeador sonado

Por el ring deambula un boxeador sonado que manotea al aire buscando el cuerpo a cuerpo con la desesperación del náufrago. Necesita unos segundos para respirar y en el abrazo con el adversario deposita toda su esperanza de culminar el asalto sin besar la lona. Necesita recuperar el resuello antes de que el árbitro grite «¡break!». El pacto de Rubalcaba es precisamente eso, un movimiento de piernas a la desesperada para aferrarse al contrincante mientras el graderío le abronca y le dedica palmas de bureo. Las encuestas predicen que, lejos de haber tocado fondo en sus negras perspectivas electorales, el PSOE aún escarba con ahínco hacia el centro de la nada. El CIS de ayer es la cartografía fiel de ese extravío.

Así es que el vértigo se ha apoderado de sus filas, donde se multiplican los postulantes a redentores y los alquimistas de recetas milagrosas, como la del pacto de Estado, al que se han sumado unos sindicatos humillados por el KO del 1 de mayo. Buena táctica, aunque la finta sea torpona: se muestran al público como adalides de la concordia necesaria y trasladan al Gobierno la carga de probar su buena voluntad. Tal vez así, inmovilizando al oponente y abrazándose a él, los socialistas logren finalizar el combate sin doblar la rodilla. Pero Rubalcaba se ha dado tanta urgencia en el empeño que se ha adelantado a sí mismo, pues aún no tiene cerrado, después de año y medio en la oposición, un programa económico algo más serio que el power point de Elena Valenciano. Propone un pacto a Rajoy y aún no ha logrado ponerse de acuerdo con sus propios economistas de cámara. No es de extrañar: entre la desafección de los socialistas alemanes, que marcan distancias con sus camaradas del sur, y el «bluff» de Hollande, la socialdemocracia europea se arrastra por el ring buscando refugio en las esquinas, sin ideas, sin gancho y sin resuello. Cómo estará el patio que la primera medida del socialista italiano Enrico Letta ha sido bajar los impuestos. ¿Qué puntos concretos pondrá Rubalcaba sobre la mesa ? Parece que en un par de semanas lo sabremos. Aguardamos el parto con expectación. Por lo demás, los empresarios también quieren un pacto. Tienen tanto derecho a pedirlo como la oposición. El problema es que entre un pacto y otro hay tal abismo que el punto de encuentro bien podría estar en la política económica de Rajoy, que en el plano tributario agrada a la izquierda y en la reforma laboral, a la patronal. Lo peor que le podría pasar a Rubalcaba es que Rajoy aceptara sentarse a la mesa en medio de empresarios y socialistas, como Salomón, para recordarles que en el medio reside la virtud.