Julián Redondo
El calor de la Selección
Vicente del Bosque llamó a Diego Costa por teléfono, le invitó a comer y le preguntó si estaría dispuesto a jugar con España. No le prometió una plaza entre los 23 del Mundial. Luiz Felipe Scolari, después de citarle para dos amistosos, se olvidó de él y sólo dio el ombligo cuando las negociaciones entre el futbolista y «La Roja» estaban abiertas. Reaccionó, calentó el ambiente y él, que siendo seleccionador de Portugal convocó a Pepe y Deco, ambos brasileños, se sintió traicionado, agarró el canasto de las chufas y criticó el proceder de Costa, que desmiente que el entrenador de Brasil le llamara, y de la Federación, que ya ha mostrado en dos encuentros el fichaje.
El recurso del pataleo de «Felipao» coincide, ¡oh, sorpresa!, con las críticas depositadas en la ventanilla de reclamaciones de Del Bosque por recurrir al delantero del Atlético. Lo de menos son los 36 goles que ha marcado esta temporada –27 en Liga, sólo uno menos que Messi y cuatro menos que Cristiano Ronaldo, los cracks del Mundial, con permiso de Neymar–, lo de más es que es extranjero y que por eso sobraba gastar un cartucho de la convocatoria en el ariete lagartense, estando Fernando Llorente (16 tantos con la Juve en el Calcio), Negredo (9, con el City) o Soldado (6, con el Tottenham).
Pero hay más, en un país de emigrantes como es éste, se mira con precaución, distancia y envidia –todo lo cual no es un patrón– el éxito inmigrante. Con Diego Costa, y con el seleccionador que ha depositado en él su confianza, huelga que no ha sido el primer extranjero en vestir la zamarra de la Selección, ni será el último. Kubala, Di Stéfano, Puskas, «Milonguita» Heredia, Donato, Pizzi, Catanha, Pernía y Senna jugaron nacionalizados; como otra treintena que nació allende nuestras fronteras –el «italiano» Thiago Alcántara, en la última hornada–, u oriundos como Pepe Santamaría, Roberto Martínez o Rubén Cano. Ni les crujieron a ellos ni a los técnicos. Es igual, lo importante es que Diego se siente arropado en la Selección. Ahora sólo falta que meta goles, que para eso le han llamado.
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