María José Navarro
El Cis
Se asoma una a la encuesta del Cis y le dan ganas de meter la cabeza en un cubo y ni siquiera hacerse dos agujeros para los ojos. Se asoma una a la encuesta del Cis y se da cuenta de cómo somos y de lo que pensamos y realmente entiende menos que nunca de españoles, que es algo bastante lógico y normal porque hay que ver qué país tan chico, tan pequeño, tan recogido y tan jodidete. Seguramente hay unos marcianos con trompetillas verdes (porque así deben ser los marcianos, a ver si la vamos a fastidiar ahora con moderneces) y se los imagina con una mano en un ojo y cabeceando como diciendo «esta gente no tiene arreglo así que más vale no invadir que luego se nos va a volver en contra». Se asoma una a la encuesta del Cis y se encuentra con Pedro Sánchez petándolo. Vamos cojonudamente. Ya lo saben los que quieran una buena encuesta del Cis : no hay nada como montar un sindiós en un partido. Tomen nota los jefes de portal y hasta los mediadores en los secuestros. Para un español no existe nada mejor que arrasar como Atila y luego ya veremos. Si hay muertos se les incinera en silencio y se sale de nuevo a la calle, no vayamos a cagarla y a poner mala cara. Eso mismo ha hecho el Partido Popular al enterarse. Se han juntado unos cuantos con pantalón de pinzas y camisa de manga larga como mandan los cánones del patriota y se han llevado unos peines de púas gordas para desenredar los rizos que con el mar el pelo sufre muchísimo. ¿Quién oficia las escenografías del PP? Por favor, quiero conocer a esa persona que soy muy fan. Así que, muerta de risa, sigue una leyendo las conclusiones a las que ha llegado el Cis sobre lo que pensamos y se encuentra con la verdadera realidad. Tan solo el 1,4% de los ciudadanos sitúa la violencia contra las mujeres entre sus principales preocupaciones. Y entonces se te cambia la sonrisa y te abraza una mala leche importante. Qué tiene que pasar para que aquí empiece a ser un problema de verdad. Cuántas tienen que morir. Cuántos malos tratos, cuánta infelicidad, cuántas marcas en los niños que la contemplan. Pues nada, a seguir jugando al Monopoly, que es verano y hace mucha caló.
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