Alfonso Ussía

El Corte Inglés

Cuando falleció Ramón Areces, Antonio Mingote dibujó una de sus necrológicas profundas y geniales. Las nubes. Sobre las nubes, las almas vienen y van. Todas llevan bolsas de «El Corte Inglés», menos dos que conversan y andan algo despistadas. Y una le pregunta a la otra: «¿Quién dices que ha venido?». Había inaugurado «El Corte Inglés» de La Castellana su «Tienda del Gourmet». Areces invitó a Don Juan a visitarla. Recorrieron la tienda y tomaron el aperitivo. Al final del encuentro, don Ramón, con la voz entrecortada por la emoción, le entregó un regalo a Don Juan: «Señor, en recuerdo de su visita a ''El Corte Inglés'' y como señal de gratitud por el enorme honor que nos ha dispensado a todos los que trabajamos en esta empresa». El regalo, por su envoltorio, parecía contener una pluma o un reloj. Cuando Don Juan lo abrió, soltó una carcajada. Era una lata de espárragos. «Ahora entiendo mejor por qué esta empresa tiene tantos beneficios». Quien escribe ha visto a su actual Presidente y fundamental motor de la expansión de «El Corte Inglés», Isidoro Álvarez, sobrino de Ramón Areces, comprando en la tienda y haciendo cola en una caja para pagar con la tarjeta de la empresa. Trabajador incansable, lúcido y tímido hasta la exageración. En el pasado diciembre nos honró en LA RAZÓN recibiendo el premio que lleva mi nombre a la Trayectoria de una vida, y esa aceptación me puso bastante cachondo porque Isidoro Álvarez es muy partidario de no aparecer en público ni recibir premios. Cuando yo era niño, lo más era el «Harrod´s» de Londres. Lo siento por los resentidos, pero no puedo mentir. Viajé en muchas ocasiones a Londres y compré en «Harrod´s» con entusiasmo. Tenía un eslogan grandioso: «Nada hay en el mundo que no pueda comprar en "Harrod´s"». Un millonario tejano chistoso quiso comprobarlo. Alcanzó el primer puesto de «Información» y preguntó a una eficiente señorita: «Por favor, ¿para comprar un rinoceronte blanco?».

Nació su mosqueo cuando la señorita, sin inmutarse, le indicó: «Quinta planta, señor, en el departamento de ''Animales Salvajes de Encargo''». Hasta la quinta planta subió el tejano, y un amable y profesional vendedor atendió su petición de esta manera: «En este momento no tenemos ningún rinoceronte blanco disponible en los almacenes, pero se lo enviaremos a su domicilio en menos de treinta días. Son 65.000 libras esterlinas». Y veinte días más tarde, en su rancho de Tejas, disfrutaba de una inmensa y jugosa pradera un gran rinoceronte blanco. Ni el «Macy´s», ni el «Galeries Lafayette», ni almacén en el mundo podía competir con «Harrod´s». Tan sólo, por su singularidad estética lo hacía y lo hace «Fortum & Mason», donde los vendedores visten de chaqué y de vez en cuando es posible cruzarse en sus espacios con la Reina de Inglaterra comprando diferentes clases de té. Pero aquellas diferencias desaparecieron, y lo primero que hacen miles de turistas que llegan a España es acudir al edificio de «El Corte Inglés» más próximo a su hotel. Es nuestro «Harrod´s», y en la actualidad, mejor que «Harrod´s», que se ha horterizado bastante desde que sus propietarios no son ingleses.

Cuando el Real Madrid contrató al jugador de baloncesto Biriukov –lo pudo hacer por ser hijo de una española, niña de la Guerra–, en pleno apogeo de Breznhev –un cabrón con pintas–, no conocía otros almacenes que los «Gum» de la Plaza Roja de Moscú. Los «Gum» se caracterizaban porque eran una porquería de almacenes, sujetos a los planes quinquenales soviéticos. Un año, todos los pantalones marrones. Otro año, ningún pantalón y muchos jabones. Se leía en un cartel «Telefonía» y en lugar de teléfonos seguían mostrándose los jabones. Biriukov, él lo contó, ya con sus pesetas, terminaba los entrenamientos y se metía horas y horas en «El Corte Inglés», iluminado por su variedad y grandeza. Con la timidez soviética ante lo prohibido, una tarde se atrevió a preguntar a un dependiente: «¿Puedo comprarme esas botas?». Y salió con las botas, dos chaquetas, pantalones, colonia, libros, discos, camisas, calzoncillos y chocolates, y no compró una caña de pescar porque no pasó por la zona de las cañas de pescar, como un servidor, que adquirió una que aún no ha estrenado veinte años atrás.

Hoy, el veterano y gran Isidoro ha designado a su sucesor en «El Corte Inglés». Otro sobrino, Dimas Gimeno Álvarez, que empezó en la empresa de su familia de dependiente raso. Se dice que España sólo está unida por la Corona y «El Corte Inglés». Haciendo las cosas bien esos lazos no se romperán jamás. Enhorabuena.