Francisco Marhuenda
El desafío independentista
Rajoy se ha mostrado siempre muy firme frente al desafío independentista. Nunca se le ha escuchado ningún comentario que pudiera dar pie a la más mínima interpretación ambigua. A pesar de ello, hemos escuchado o leído comentarios interesados de los que desearían un choque de trenes. La defensa del ordenamiento constitucional para unos es debilidad y para otros, inacción. Los primeros quisieran la intervención de la comunidad autónoma, la suspensión de las transferencias económicas condicionadas del Fondo de Liquidez Autonómica y el procesamiento de sus dirigentes. Los otros quieren una negociación o tienen ocurrencias como el federalismo, aunque desconocen qué significa este término. En este sentido propugnan una reforma constitucional aunque sin aclarar qué estarían dispuestos a ceder con tal de contentar a los independentistas. ¿Estarían dispuestos a consagrar constitucionalmente la diferencia de Cataluña y el País Vasco como naciones con un estatus singular y una relación bilateral con España? ¿El resto de comunidades aceptarían situarse en un segundo nivel? ¿Aceptarían que estas dos autonomías fueran un estado libre asociado? ¿Un régimen transitorio como la que tuvo Irlanda tras el tratado anglo-irlandés y que condujo a la independencia en 1949? ¿Les parece razonable que el modelo sea lo que se conoce como el Pacto con la Corona por el que el único vínculo sería la figura del jefe del Estado?. Los nacionalistas no quieren el federalismo, sino una nueva configuración constitucional en la línea de esas preguntas. Es lo mínimo que aceptarían, aunque siempre sería un paso previo para lograr la independencia. Este nuevo escenario les permitiría incrementar la base social en favor de la ruptura como han hecho desde que asumieron el control de la Generalitat. El Gobierno catalán y su posición privilegiada en el Congreso, donde en varias legislaturas han actuado como bisagra, han sido los instrumentos que les han permitido llegar a la situación actual. Rajoy estuvo muy claro, una vez más, en su intervención en la clausura de la Escuela de Verano de FAES porque la consulta secesionista es ilegal y, por tanto, no se puede celebrar. No es posible dialogar con un nacionalismo catalán que se ha instalado en el radicalismo de ruptura o nada. CiU, ERC, el Gobierno catalán y las asociaciones que controla están volcados en el proceso independentista. Desde los documentos de la disparatada Comisión Nacional para la Transición hasta los medios de comunicación públicos, pasando por el activismo del entramado de entidades secesionistas, la realidad es que ninguno de ellos quiere hablar de otra cosa que de la fecha para convocar un referéndum para destruir España. El tiempo juega en contra de Mas y sus socios, porque se ponen de manifiesto la fragilidad de la «coalición» independentista y la falsedad de sus propuestas. Ni el falso victimismo ni la descarada manipulación de la historia permiten sustentar la operación partidista. Lo importante es que el PSOE esté con la defensa de España.
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