Restringido

El fantasma groenlandés

La Razón
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La decisión de sustituir a Antonio Miguel Carmona como portavoz en el Ayuntamiento de Madrid está tomada de acuerdo con los estatutos y reglas del PSOE. A diferencia de lo que ocurrió en febrero se ha realizado respetando la legalidad pero es un error político tan grande como incomprensible y ha provocado la mayor división que haya tenido nunca el socialismo madrileño.

El objetivo de la dirección debe ser unir y no dividir. La nueva dirección política del PSM, ahora PSOE-M, sale de este proceso con una profunda herida. El balance en seis días es que no llegó a obtener el respaldo ni de la mitad de los delegados, tuvo un 45% de voto que expresaba rechazo y su primera decisión rompe en dos el grupo municipal de la capital de España, imponiendo la sustitución del portavoz por un solo voto de diferencia.

Hay quien habrá aconsejado dar un nuevo golpe de autoridad, pero no debe confundirse autoridad con autoritarismo. El autoritarismo es una actitud con un déficit democrático inaceptable, incluso los golpes de autoridad que supuestamente fortalecen liderazgos no dejan de ser eso precisamente, golpes que lastiman las más elementales normas de convivencia democrática.

La dirección ha argumentado dos razones: los resultados electorales del 24-M y la descoordinación del Gobierno municipal de la señora Carmena.

En lo que se refiere a los resultados electorales es clarificador el tuit del periodista Hilario Pino: «Carmona debe irse por los resultados del PSOE: Madrid 18,15%, Barcelona 9,63%, Valencia 14,07%, Bilbao 11,95%, Murcia 17,63%, Pamplona 10,04%».

Sin duda el partido socialista obtuvo malos resultados en los grandes núcleos urbanos y esto pone de manifiesto un problema profundo, la pérdida del apoyo de las capas medias urbanas. Pero la solución no es sustituir uno a uno a todos los candidatos locales, porque es un error pensar que todos ellos son malos candidatos.

Hay quien puede estar tentado de responsabilizar al líder del partido al ser un mal resultado en prácticamente toda España, esto sería otro error. El problema es más complejo. Pero la pérdida de 700.000 votos en las elecciones municipales se ha ocultado detrás de la recuperación de poder institucional y ha evitado una reflexión necesaria.

Madrid, siempre a la vanguardia del país en tendencia, debería ser objeto de análisis y no de purgas sectarias. Se da la circunstancia de que en la capital gobierna la izquierda y en la comunidad autónoma la derecha, exactamente lo contrario a lo que ocurría históricamente, que era más fácil para la izquierda gobernar la región. La novedad es que el PSOE no gobierna en ninguno de los dos sitios.

A la segunda de las razones le voy a dedicar menos líneas porque es poco consistente, atribuir al señor Carmona, del PSOE y que no forma parte del Gobierno de la capital por decisión de Ferraz y este dato es importante, la descoordinación del Gobierno podemita de la señora Carmena es inverosímil.

El portavoz socialista tiene la ciudad de Madrid en su cabeza, no ha recibido el apoyo mayoritario en las urnas pero sin duda es el mejor preparado para ser alcalde, por eso su sustitución debilita la solvencia en el trabajo institucional.

Soy militante del PSOE hace 28 años y como a la mayoría de afiliados, me entristece profundamente lo que está ocurriendo, siento la decepción y el dolor que sentirían miles de hombres y mujeres que nos han precedido en la lucha por el socialismo democrático y que entregaron su vida a sus ideales, a la libertad y la justicia. Quienes formamos parte de esta centenaria organización deberíamos trabajar para que un día quienes nos sucedan sientan lo mismo por nosotros que sentimos por quienes nos han precedido, y éste no es el camino.

¿Cuál es la razón para elegir división y debilidad frente a unidad y fortaleza? Este tipo de decisiones lastran la carrera electoral. Un candidato debe estar convencido de su victoria, debe dedicar sus esfuerzos a ganar en las urnas y en las soluciones a los problemas que tiene el país. Situarse en un escenario de derrota electoral y temer la pérdida de poder interno posterior sólo transmite inseguridad a los que deseamos con todas nuestras fuerzas que el partido socialista gobierne España.

Debemos estar seguros de nosotros mismos, como lo estuvieron los presidentes Felipe González y Jose Luis Rodríguez Zapatero. Hay un proverbio groenlandés que dice así: «Si tratas de ocultar un fantasma, lo haces más grande».