Cástor Díaz Barrado
El fin es Faluya
Se va haciendo realidad. La derrota definitiva del Estado Islámico está muy cerca o, al menos, se está produciendo la pérdida de territorio que había conquistado y que le daba una posición de fuerza en la escena internacional. Tras la caída de Palmira y el triunfo del Ejército sirio, ahora le toca al Ejército iraquí con la conquista de la ciudad de Faluya. Pero la comunidad internacional no debe confiarse y menos aún sentirse plenamente satisfecha hasta que no se ponga fin, en su totalidad, a los conflictos que asolan, desde hace tiempo, a Iraq y Siria. El fin del Estado Islámico con base territorial es, sin duda, un triunfo muy relevante de la comunidad internacional y un primer paso para afrontar las soluciones que exige el Próximo Oriente. La conquista definitiva de Faluya significará, de nuevo, que el Dáesh no es invencible y que se deben sentar las bases para que la paz sea una realidad en Iraq. El futuro es todavía incierto en la región y existen demasiadas situaciones a las que la comunidad internacional debe hacer frente. La decisión común de poner fin al Estado Islámico, que fue adoptada por las grandes potencias, debe conducir a acuerdos más específicos para acabar con los conflictos en Iraq y Siria.
Ha quedado demostrado que cuando Estados Unidos y Rusia llegan a un acuerdo, aunque actúen por vías diferentes, se pueden alcanzar los objetivos. El Estado Islámico con base territorial tiene los días contados pero esto no significa que las situaciones que se viven en Iraq y Siria se estabilicen plenamente y que, por fin, se acabe con los conflictos. La conquista de Faluya será un paso importante pero insuficiente para garantizar la paz en la región.
El drama humano que se vive en Siria e Iraq no puede esperar más, es necesaria una solución urgente y permanente y, para ello, se precisa un acuerdo por parte de quienes gobiernan la comunidad internacional.
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