Restringido

El fracaso de Carmena

La Razón
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Si nos faltaba alguna prueba más del desastre de gestión de Manuela Carmena en el Ayuntamiento de Madrid, la tenemos en el abandono del proyecto de Plaza de España y el cierre de oficina del grupo Wanda.

No se trata sólo de la pérdida de inversiones y puestos de trabajo. Total, entre ricos que más nos da una inversión inicial de 265 millones de euros, no. No les importa perder 6.500 puestos de trabajo adicionales e inversiones hasta 3.000 millones de euros en el proyecto. Es que la salida del grupo Wanda deja en el aire una inversión total en España de 5.000 millones de euros y 35.000 puestos de trabajo.

Pero además, nuestros totalitarios que piensan que el dinero sale del aire y la riqueza y el empleo los generan los okupas, olvidan que estas noticias tienen un efecto desincentivador en todo el mundo. Wanda no es un caso aislado que «da igual, ya vendrán otros». Los inversores de todo el mundo hablan entre ellos y se cuentan sus experiencias a la hora de llevar a cabo proyectos. La facilidad para crear empresas y empleo es esencial. Y cuando se echa de una ciudad con cientos de edificios vacíos a un grupo inversor internacional que lleva a cabo proyectos en Estados Unidos, Australia o Reino Unido, se extiende el mensaje de que «en Madrid no se puede invertir».

Que Carmena diga que «las inversiones son importantes, pero también lo es el patrimonio» es una obviedad y una perogrullada, pero indica en la frase que la alcaldesa piensa que son conceptos contrarios, incluso antagónicos. No hay patrimonio si no se mantiene vivo. Un edificio abandonado y ruinoso en el centro es la peor carta de presentación de una ciudad.

Wanda invierte en Londres, ciudad modelo para todo el mundo en respeto al patrimonio, en planificación y atracción de inversión. En Londres, mi querido Boris Johnson, alcalde de la ciudad, no se escuda en una exigencia ridícula para echar a los inversores. Y es que los requisitos que exigía la alcaldesa y su equipo son desproporcionados e injustificados desde un punto de vista arquitectónico y de seguridad.

Los aristócratas de la burocracia, los campeones del intervencionismo más absurdo han negado cualquier solución que combinase respeto con el edificio original y lógica empresarial. Y pretenden conseguir el sueño de «patrimonio» comunista. La Habana. Una ciudad en ruinas, pero todo muy controlado por «el pueblo».