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El maestro armero

La Razón
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El Barça ha hecho lo que ha sabido para reforzar la plantilla de Valverde en el mercado de verano, lo que equivale a asumir que es muy poco lo que ha podido hacer o que sabe hacer bastante poco. Por el veterano Paulinho, 40 millones; por Semedo, un buen lateral muy mal promocionado, 30,5; 12 ha costado recuperar a Deulofeu y con Dembélé ha terminado de fundir la cláusula de Neymar, lo cual no deja de ser una mala noticia para el cardenal Lluis Martínez Sistach. Un dispendio que rozará los 150, millones cuando el eco de la crisis aún resuena, no deja de ser una barbaridad. Pero así está el mercado. Es lo que hay. O pagas 200 millones por Coutinho, que dice el Liverpool que nunca negoció el traspaso del jugador al Barcelona, que, en cambio, asegura que fue la suma que le exigieron para empezar a hablar, o te quedas colgado de la brocha y culpando al empedrado o, mejor dicho, al jeque de turno. Se escandalizan en can Barça por esa amenaza que Javier Tebas, el hombre que más ha hecho por equilibrar los ingresos de los clubes españoles con la venta de los derechos de TV, denunció antes de que Al-Khelaïfi pusiera los ojos, y los fondos, en Neymar. En la Liga de las SA menos cuatro, los azulgrana y el Madrid llevan años jugando con la ventaja de su tirón mediático, su buena gestión económica y mercadotécnica y su envidiable tesorería, mientras el resto avanza a real y media manta. En agosto de 1997, el último día de mercado, el Barça arrambló con Rivaldo, pagó los 4.000 millones de pesetas de cláusula (24 millones de euros) y dejó al Deportivo temblando. Ramos, Alves, Batista, Rakitic o Aleix Vidal han salido del Sevilla a golpe de talonario. Hasta las doce de la noche del 1 de septiembre, en el Atlético no paraban de rezar por si Bartomeu, contestado por Neymar y desmentido por Iniesta..., les levantaba a Griezmann. ¿Las quejas? Al maestro armero.