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El mal llamado «austericidio» frente al despilfarro del PSOE

El mal llamado «austericidio» frente al despilfarro del PSOE
El mal llamado «austericidio» frente al despilfarro del PSOElarazon

Es muy cómodo gastar cuando no se tiene dinero y se espera que paguen otros. Una ministra socialista lo dijo de forma muy gráfica al afirmar que el dinero público no es de nadie. El problema es que es de todos y que hay que asumir los compromisos que se adquieren. Un recurso fácil, muy típico de los socialistas y su política económica es que lo paguen las generaciones futuras. A mi padre le gustaba mucho poner ejemplos para que entendiera esas cosas que algunos economistas desarrollan con complejas teorías, aunque realmente la economía es mucho más sencilla de lo que parece. Un día me explicó una anécdota que he utilizado muchas veces. El banquero Manuel Girona salía de un hotel y le dio una moneda al portero. Girona vio un cierto gesto de sorpresa y le preguntó la razón. Con cierta incomodidad le respondió que su hijo daba propinas más abultadas. La respuesta no pudo ser más acertada: «Mi hijo tiene un padre rico y yo no». A los socialistas españoles les gusta gastar sin preocuparse de los ingresos y denominan «austericidio» al rigor presupuestario y las políticas reformistas.

Elena Valenciano anunció ayer que quiere bloquear a Rajoy desde Europa para dar una lección a la derecha del «austericidio». La verdad es que siempre me pregunto si los que defienden el descontrol presupuestario hacen lo mismo con sus economías personales. El sentido común nos dice que el endeudamiento no debería ser para el gasto corriente sino para las inversiones. Luis López-Ballesteros Varela fue un gran ministro de Hacienda que decretó el 19 de abril de 1828 la presentación anual de presupuestos, fijo un órden regular en la Administración e intentó equilibrar los gastos con las rentas del Estado. A Elena Valenciano le parecería un «austericida», pero era un brillante reformista que no necesitó ser economista para entender cómo se tiene que gestionar la Hacienda pública. Las ideas de Ballesteros no tuvieron mucha fortuna porque siempre hay políticos como los líderes socialistas dispuestos a destrozar unos presupuestos con demagogia populista y gastar el dinero de todos con una irresponsable prodigalidad. Europa tiene un grave problema de competitividad y una estructura burocratizada donde el equilibrio financiero se ha considerado durante demasiado tiempo como una excentricidad. Tras comprobar en las pasadas legislaturas la incapacidad de los ministros socialistas, no me extraña que sigan confundiendo los conceptos y prefieran el déficit y el despilfarro.