Restringido
El obispo Juan José
El nacional separatismo catalán ya está graznando contra el nuevo arzobispo de Barcelona, el aragonés D. Juan José Omella. Esta reacción era de esperar por los indicios que ya se advirtieron en la toma de posesión. A esta asistieron la delegada del Gobierno, Llanos de Luna, las autoridades militares y un funcionario de la Generalidad.
El que ha abierto el fuego es Joaquím Arenas, un comisario jefe lingüístico, ya jubilado, y además, mira por donde, es hermano de un ilustre canónigo de la catedral.
El señor Arenas tiene la petulancia de decir qué idioma tiene que utilizar y cuándo la Iglesia de Cataluña. Todo eso de la lengua propia de la Iglesia es una burda copia de la política de inmersión y que se les ha venido abajo con el nombramiento del obispo de Logroño.
El Papa ha nombrado un obispo de fuera de Cataluña, que conoce el catalán de la franja conocido como el «chapurreao». Omella utiliza las dos lenguas con toda naturalidad, sin someterse a correcciones ni cuotas lingüísticas. Hay que atender a los numerosos fieles barceloneses de lengua castellana, como ya dijo San Juan Pablo II a los obispos de Cataluña en 1998.
No hemos de olvidar tampoco al Sr. Nuncio apostólico que no se ha dejado camelar con procesos y lenguas propias. Una vez más se demuestra que a pesar de las profecías y augurios del periodista Enric Juliana, el famoso lobby catalán del Vaticano es una entelequia.
Finalmente, recordar que el obispo se llama Juan José, por lo que no hay que traducir su nombre en la misa catalana, en compensación por los años en que se ha rezado en castellano por el Arzobispo Lluís.
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