Pilar Ferrer

El pacto de las damas

Miércoles 5 de marzo. En el restaurante del Hotel Eercilla, tradicional escenario en Bilbao del PP vasco, testigo de tantas cosas desde los tiempos de Jaime Mayor Oreja, se produce un encuentro decisivo. Leopoldo Barreda de los Ríos, histórico del partido, intenta limar asperezas. Barreda, actualmente diputado en el Congreso, enlaza muy bien con la «vieja guardia» del propio Mayor Oreja y la nueva encabezada por Arantza Quiroga. Además, por su puesto en la Cámara Baja, mantiene una buena relación con el portavoz del grupo, Alfonso Alonso, auténtico protagonista del pulso a Quiroga. Un duro órdago que convulsiona los cimientos del partido a escasas horas de su cónclave y amenaza con un cisma en toda regla. Algo que los populares vascos no se pueden permitir.

En el almuerzo participan dirigentes de las tres provincias vascas. Genuinos representantes de las familias políticas regionales: bizkaitarras, donostiarras y alaveses. En Vizcaya, el PNV siempre ha sido fuerte. En Donosti, predomina el voto «abertzale». En Álava, se concentra el granero de votos del PP. Este difícil equilibrio subyace en el juego de poder del partido, entre las ansias de Quiroga de articular su equipo, la resistencia de Oyarzábal a dejarlo, y el afán de Alfonso Alonso por imponer el suyo. Un juego a tres bandas que Barreda intenta recomponer. «O se cede y se dejan las ambiciones personales, o nos vamos al carajo», dice el diputado vasco a los comensales, entre quienes se encuentran algunas mujeres como Nerea Llanos, Beatriz Calvo, Marta Alaña, y un hombre que también será clave en el acuerdo: el donostiarra Borja Semper.

La tensión es máxima, tras las explosivas declaraciones de Oyarzábal. «No me quiere a su lado, ¿por qué será?», se pregunta ante la negativa de Quiroga a renovarle. Para nadie es un secreto que es un personaje muy cuestionado en algunos sectores, en especial entre las víctimas del terrorismo. Homosexual declarado, algo que no esconde, llega a insinuar tal condición como posible motivo de su mala relación con Quiroga. Una mujer fiel defensora de la familia tradicional, madre de cinco hijos y miembro del Opus Dei, lo que tampoco oculta. Para colmo, Alonso insiste en su desafío y se empecina en colocar a dos de sus hombres en Álava, Marcos Uriarte y Javier de Andrés. El primero rechaza el pugilato. Al segundo, Quiroga no lo acepta. La situación se agrava y el entorno de Alonso filtra que Quiroga está dispuesta a tirar la toalla. Algo que niegan en el entorno de la dirigente vasca y atribuyen a «movidas interesadas» del portavoz en el Congreso. Así las cosas, los comensales del Ercilla llegan a una unánime conclusión: «Esto sólo lo arregla María Dolores». Y es entonces cuando se produce la definitiva intervención de la secretaria general para zanjar el conflicto. Cospedal, desairada por el reciente Congreso en Andalucía, no está dispuesta a «tragarse otro sapo» ni poner en riesgo la estabilidad del partido. Desde Génova pone en marcha toda una maquinaria negociadora, que culmina con su acuerdo con Arancha Quiroga, a quien respalda sin fisuras. «Tiene todo el derecho a formar su equipo», enfatiza Cospedal desde Dublín, donde asiste al Congreso del PP Europeo.

Y así se fragua el llamado «Pacto de las damas» en el que, una vez más, las mujeres del PP dan la talla y anteponen el interés del partido a sus apetencias personales. María Dolores habla largamente con Quiroga y pactan el nombramiento de Nerea Llanos como números dos. Una vizcaína que iba para juez, pero cambió su destino mientras se examinaba en el Supremo. Ese día asesinaron a Gregorio Ordóñez y Nerea decidió entrar en política y forjó una candidatura en Galdácano, donde el PP nunca se había presentado. Renunció a ser magistrada, se quedó en abogada y ha trabajado en la sombra en la organización de Vizcaya. Casada, madre de tres hijos, su perfil coincide con el de Quiroga en la defensa de la familia y ninguna veleidad hacia el terrorismo y mundo «abertzale». Ambas trabaron amistad cuando Quiroga era presidenta del Parlamento Vasco y Nerea miembro de la Mesa y portavoz de Interior. Su elección es un triunfo de la nueva secretaria general, a quien el entorno alavés reprochaba ser elegida «a dedo» por Basagoiti. Ahora ya está legitimada por un Congreso.

La única concesión hacia Alfonso Alonso se limita a Javier de Andrés, como número tres del partido. En la nueva Ejecutiva hay un importante elenco de mujeres, fruto de este acuerdo entre damas: la alavesa Laura Garrido será portavoz, en sustitución de Barreda. Una vizcaína, Beatriz Calvo, asume las relaciones institucionales. Otra alavesa, Marta Alaña, Sanidad y Servicios Sociales, y la guipuzcoana Juana Bengoechea, Libertades y Justicia. Entre los presidentes regionales, sale reforzado Semper, el donostiarra dialogante que supo convencer a Oyarzábal para tender puentes, sin romper los suyos con Quiroga y Cospedal. Por el contrario, Alonso se ha visto obligado a dar un paso atrás y ceder en sus exigencias.

Muchos le reprochan no haber jugado bien sus cartas e, incluso, hacerlo en nombre de la vicepresidenta del Gobierno, a quien debe toda su carrera política en Madrid. A Alonso no le beneficia nada que algún colaborador cercano haya utilizado el nombre de Sáenz de Santamaría como su gran valedora. «Bastante tiene con su trabajo en el Gobierno, como para enredar en batallitas de partido», aseguran en La Moncloa y el entorno de la vicepresidenta, una mujer cuya tarea de coordinación en el Gabinete, dar la cara en el Parlamento y lealtad a Rajoy son indiscutibles.

Y así se cierran, al menos de momento, unas heridas en el seno del PP en el País Vasco. «Esto ha sido como un tablero de ajedrez, algunos quisieron un jaque a la dama y les ha salido rana», dice un veterano dirigente. Un partido golpeado por el terrorismo, a caballo siempre entre el nacionalismo pujante y un socialismo en tierra de nadie. En San Sebastián, Mariano Rajoy clausura un cónclave que inicia una nueva etapa, con el reto de sacar a los populares vascos de su encrucijada. Por encima de nombres, lo importante es si algún día el PP dejará de ser marginal para aspirar al verdadero poder de Ajuria Enea en la hermosa tierra vasca. De momento, como dijo Rajoy, méritos y personas no le faltan.