Fernando Rayón
El pacto que viene
Desde que empezaron las negociaciones tras las elecciones del 20-D he defendido la tesis –para enfado y sorpresa de mis amigos– que terminaríamos viendo un pacto PSOE–Podemos con la abstención de Ciudadanos. Pensaba entonces –y ahí me equivocaba– que el partido de Rivera defendía algunos principios y valores que muy pronto se esfumaron. El tiempo no da la razón a nadie, pero va clarificando los juegos y maniobras de nuestros políticos, especialmente de aquél que no tiene otra salida que ser investido presidente como sea y al precio que sea.
El caso es que ayer se entrevistó Pedro Sánchez con el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. Algunos dirigentes de Ciudadanos se asustaron con razón al pensar que aquel encuentro incluiría conversaciones sobre el referéndum de autodeterminación de Cataluña. Pero los temores de los diputados de C’s se quedaron cortos. Pedro Sánchez no sólo habló del referéndum sino que utilizó la entrevista para anunciar el regreso a las negociaciones con Podemos. Dijo en un tuit: «Tiendo la mano al señor Iglesias, puede contar con el PSOE para dialogar y llegar a un acuerdo cuanto antes». La oferta era tan clara que le faltó tiempo a Pablo Iglesias para mandar un whatsapp al líder del PSOE, que fue rápidamente contestado, y así se emplazaron para hablar hoy mismo.
Sólo queda un escollo: Iglesias siempre ha querido negociar bilateralmente con el PSOE, pero nunca con el partido de Rivera. Sin embargo, Sánchez exige la presencia del tonto útil de la película, Ciudadanos, para no perder credibilidad en esta nueva mayoría. Para ello también cuentan con el inestimable apoyo de Íñigo Errejón, que está tan a favor del acuerdo como los representantes de Compromís. La supuesta división de Podemos se queda así en nada ante la posibilidad de tocar poder. Es cuestión de que cada uno de los dos (Iglesias-Errejón/Errejón-Iglesias) pongan en práctica una estrategia que les permita salvar los muebles. Iglesias dejará que negocien sus equipos con Ciudadanos y sólo irá a la firma final con Sánchez para que consten sus exigencias y condiciones; y Errejón intentará controlar a sus bases, que últimamente las tiene un poco revueltas con tanta defección. Conclusión: Sánchez, que siempre quiso ser presidente, formará uno de los gobiernos más breves de nuestra democracia, pero, curiosamente, él no será su único responsable. ¡Qué papelón han hecho algunos en toda esta escenografía!
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