José María Marco
El paso firme del Gobierno
La firmeza de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, está dejando huella en la política de nuestro país. Su autoridad viene de la seriedad de su trabajo, del conocimiento de la máquina de la Administración del Estado, de su disposición a escuchar a todos y, al fin, de su capacidad de decisión. Una vez adoptada una medida, todo el mundo tiene claro que no va a haber marcha atrás. En el plan de reformas de las administraciones públicas que ayer expuso en la Universidad Complutense, en El Escorial, esta combinación de conocimiento exhaustivo, disposición para el diálogo y capacidad ejecutiva es indispensable. La Administración española se ha convertido en una abigarrada arquitectura de normas, regulaciones, centros de decisión y organismos de muy diversas clases. Lo que debía facilitar la vida a los españoles se ha convertido en un obstáculo, por no decir algo más fuerte. Si queremos volver a crecer es indispensable devolver una mínima racionalidad al edificio para que sirva a una sociedad enfrentada al reto del cambio impulsado por la competencia global. La opinión aprecia a Soraya Sáenz de Santamaría porque intuye que detrás de la firmeza y de la voluntad de cambiar las cosas está la seriedad y sobre todo el sentido del servicio. Es una de las virtudes que Sáenz de Santamaría parece haberse propuesto devolver a la sociedad española: la confianza en que el Estado y quienes lo forman, ya sean administración central, autonómica o local, están al servicio de los ciudadanos, y no al revés.
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