Fernando Rayón

El problema de Podemos

La Razón
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El viaje al centro diseñado por Podemos y sus apariciones en los medios de comunicación tuvo su primer fracaso en las elecciones catalanas donde la CUP (Candidatura d’Unitat Popular) le ganó la partida gracias a su mayor radicalismo.

Ayer, la dirección de Podemos en el País Vasco se sumó a la dimisión anunciada la noche anterior por el Secretario General de la Formación, Roberto Uriarte. Las razones las dieron ellos mismos: discrepancias con la dirección nacional y su Secretaría General «que actúa como los aparatos de los viejos partidos». Sorprende que los dirigentes vascos de Podemos se extrañen de que el «comité central» quiera imponer sus tesis y listas. Deberían saber mejor que nadie que los Consejos Ciudadanos y las ejecutivas locales no son nada sin el parecer de los líderes máximos. Pero sorprende aun más que –en la rueda de prensa donde presentaran su dimisión- Uriarte salvara la figuras del líder nacional: «También Pablo Iglesias como antes Juan Carlos Monedero, está sufriendo las consecuencias de esta lamentable situación». Y es que la devoción por el líder carismático siempre ha caracterizado a todos estos movimientos.

Pues bien, lo ocurrido en Cataluña y, previsiblemente en el País Vasco y Valencia, pone de manifiesto no solo la debilidad de Podemos frente a sus hermanos radicales –en el País Vasco Bildu y en la Comunidad Valenciana Compromís- sino la debilidad de un discurso centralista allá donde otras formaciones aportan radicalismo, independentismo o simplemente control de las bases. Así se ha visto en Barcelona, donde la defensa de la marca Podemos –antes innegociable– ha dado paso a pactos con otras formaciones donde el partido de Iglesias desaparece bajo las siglas En Comú. Exactamente lo mismo ocurrirá con el partido de Beiras en Galicia, que también ha impuesto a Podemos su nueva marca Anova de cara a las generales.

Algunos podrán pensar que la estrategia es acertada y que la unión de las izquierdas puede dar mejores réditos electorales. No hay que más que ver lo ocurrido en Navarra donde Geroa Bai (que incluye al PNV), Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra llegaron la semana pasada a un acuerdo para llevar una candidatura conjunta al Senado. Pero lo que no resulta de ninguna manera razonable es que todo este magma de grupos vayan a aportar coherencia y discurso unificado al partido. Ya está siendo un problema, pero lo será mucho mayor.