Martín Prieto

El teatro furioso del noreste

Cuentan que mi querida Pilar Rahola aspira a ser portavoz de la I República Catalana, y es que todo es posible cuando sopla la tramontana. El enésimo independentismo catalán siempre fue muy dado a la representación, al teatro furioso o al pánico de Fernando Arrabal. La Fura dels Baus tenía que nacer en el Noreste como Els Joglars de Albert Boadella habían de acabar en la meseta. La creatividad catalana es indiscutible y el radicalismo independentista está despegando una oferta magnífica de artes escénicas en España y el extranjero. La independencia catalana es repetitiva y ya la proclamaron dos veces en el siglo pasado contra la legalidad del Gobierno provisional republicano y contra la Constitución de la República que les había dado el Estatut. Es falso que se erigiera el Castillo de Montjuic para bombardear Barcelona cada cincuenta años, pero es una verdad empírica que cada tanto alguien se asoma al balcón de la Generalitat y proclama la República Catalana dentro de una federación o incluso en una federación ibérica sin molestarse en consultar a los portugueses. El independentismo es pulsión o compulsión, federación o confederación. Es el benaventiano tinglado de la vieja farsa y los nuevos intereses creados. Pese a toda la tramoya que se está organizando tras las bambalinas Cataluña no va ser un Estado independiente, al menos en lo que queda siglo, y para el siglo XXII tanto nos dará que hayamos parcelado España vendiéndola a los chinos. Y Cataluña no será independiente con esta Constitución sin desenfundar una pistola ni tampoco enviar un guardia civil. Se desconoce la fuerza legal que posee el Gobierno legítimo de la Nación para hacer cumplir la Ley, sin recurrir al Estado de Alarma y la militarización de los controladores áereos como hizo Rodríguez Zapatero con su ínclito Pepiño Blanco. Si Artur Mas y su extraño séquito emulan a Maciá y Companys ni siquiera irían a la cárcel a menos que el Tribunal Supremo obrara de oficio. No penarían por sedición sino por malos actores sobreactuados.