Hostelería
El Trini sobrevivirá
Un incendio ha devorado en la madrugada del lunes al bar Trinidad, un emporio universalmente conocido como «El Trini», en el que se citan desde hace un cuarto de siglo lo más granado de la Sevilla underground. Algún errado con las entendederas nubladas por el alcohol definió al establecimiento como un tugurio, sólo porque en cierta ocasión hubo de compartir mesa con «cuatro rusos tipo Danko color rojo con sus respectivas cuatro rusas tipo vámonos-que-nos-vamos», pero lo cierto es que se trata de mucho más que eso. Para empezar, ofrece un servicio público impagable a taxistas, trabajadores a deshora, borrachos y noctívagos de toda condición: les llena el buche con calorías de rápida asimilación (serranitos, hamburguesas, tostadas desde mucho antes de que amanezca...) en esas madrugadas de persiana bajada, cuando no hay una parrilla encendida en toda la ciudad. La grasa de esa pitanza, que ha dejado huella en insobornables manchurrones por todo el local, habrá contribuido sin duda a la expansión de las llamas pero ese combustible de ocasión ha constituido miles de veces un dique eficacísimo contra la resaca. ¡Ah, esas frituras como rompeolas de todos los garrafones! La gerencia del Trini es sabia, como demuestra su medida de mantener los precios durante la crisis, «porque como los bajemos, esto se llena de gentuza con gorrita y nos espantan a la clientela de toda la vida». Una parroquia conformada, en pie de igualdad, por resistentes de la última discoteca sabatina con feligreses de la primera misa dominical en los Salesianos. El ser humano necesita certezas tan trascendentes como saber dónde puede uno zamparse a las tres de la mañana unas croquetas aunque, sí, tal vez convendría bañarlas menos en aceite. Una reformita veloz y a reabrir cuanto antes.
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