Lucas Haurie

Eminencias por decreto

Eminencias por decreto
Eminencias por decretolarazon

Las autoridades educativas de la Junta han asumido la doctrina presidencial del «café para todos» en el instituto. José Antonio (¡¡presente!!) Griñán presumió de haber universalizado el adoctrinamiento de adolescentes en la escuela y mostró su deseo de generalizar también el éxito, lo que está dispuesto a lograr por el artículo 33. Brotan como champiñones los casos de alumnos incompetentes tenidos por aptos por encima del criterio de los docentes tras reclamación a la autoridad juntera que, cuando se canse de regalar aprobados y título de ESO por la cara, empezará con el reparto de doctorados honoris causa y no se detendrá hasta que la Academia Sueca le conceda el Nobel a cualquier andalucito capaz de hacer una división de tres cifras sin calculadora. En esa línea se expresaba en este papel un comisario político llamado Díaz Morillo: «Hay que ayudar más a quien más lo necesite». De modo que la próxima sede de su delegación la proyectará un alumno de primero de Arquitectura sin repajolera idea de resistencia de materiales y a los empleados de la consejería enfermos los tratará un chamán amazónico reconvertido en neurocirujano por haberse tomado un botellín en la cafetería de la facultad. Así se integraría en el mercado laboral a dos colectivos sensibles, el de los estudiantes maulas y el de los inmigrantes sin formación. Hace casi un siglo que lo dejó escrito en el tango Cambalache Enrique Santos Discépolo: «Todo es igual, nada es mejor. Lo mismo un burro que un gran profesor».