Política

Pilar Ferrer

Encaje de bolillos

Encaje de bolillos
Encaje de bolilloslarazon

Marejada profunda ante la primera renovación del Consejo General del Poder Judicial. Al margen de los nombres de los llamados juristas de prestigio, algunos de ellos con nula experiencia y evidente pasado político, no exento de polémica, en sectores de la Judicatura sólo había un comentario, entre crítico y esperanzador: que la elección de los doce jueces que quedan para completar el CGPJ se haga con mayor tacto, con más respeto a las biografías y, sobre todo, sin incumplimientos. Porque aquí subyacen muchas presiones, intrigas varias y promesas olvidadas que, al tiempo, aflorarán sin remedio.

Cierto es que el Gobierno y el PSOE han intentado un cierto «encaje de bolillos» para invocar el consenso. Pero, al margen de las declaraciones partidistas, en esta fase no se ha logrado. Hete aquí al fiscal general del Estado, Eduardo Torres–Dulce, bastante enojado por la ausencia de fiscales en el Consejo. Y qué decir de un cuerpo tan influyente como los procuradores de los tribunales, a cuyo decano del Colegio de Madrid alguien le había prometido un puesto. Política de salón mal llevada, que empeña la generosidad del PP en el reparto de los puestos y encrespa las relaciones.

Esta reforma del CGPJ, se diga lo que se diga, y su primera elección, es ya discutida y discutible. Ayer por la noche, muchos magistrados y miembros de la Judicatura se reunían y hablaban. Entre todos ellos, un nombre goza de enorme y unánime prestigio: la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Dicen que se la echa de menos en las negociaciones parlamentarias y confían en que los doce jueces que restan por ser elegidos respondan a criterios mucho más profesionales. El PP ha sido magnánimo en la cuantía, pero no puede fallar en la calidad. Dos años después de su mayoría absoluta, la renovación de órganos como el CGPJ no puede ser un borrón en el camino. Los electores y, sobre todo, las instituciones así lo demandan.