Alfonso Merlos
Engaño y desesperación
Todo el arte de la guerra se basa en el engaño. Cuando estés dispuesto, finge incapacidad; cuando estés preparándote, aparenta ser pasivo; cuando te aproximes, haz como si huyeras». Las enseñanzas milenarias de Sun Tzu valen para entender el momento que atraviesa ETA, más si cabe a la luz de las revelaciones hoy difundidas por LA RAZÓN.
La estrategia es tan antigua como el conflicto humano y la organización terrorista tiene la suya. Efectivamente está diezmada, acorralada, exangüe hasta el extremo. Pero precisamente de esa desesperación y de la escasísima cualificación de sus criminales dirigentes nace el mensaje que hace llegar -en realidad impone- a los cabestros de Bildu-Sortu, que hoy lamentablemente siguen sin ser desalojados de unas instituciones que corrompen cada día con su antidemocrática presencia. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Y el mensaje que envía este grupo de asesinos es por todos conocido (una cosa son los deseos y otra, con frecuencia, la realidad). Primero: el control sobre la táctica pseudo política a adoptar en los ayuntamientos la deciden en la clandestinidad los encapuchados; no hay que darle más vueltas. Segundo: la fuerza de las amenazas y el chantaje de estos delincuentes que siguen sin entregarse deriva de su disposición a volver a las andadas. ¿Algún alma cándida lo duda?
Frente a la mentira, el despecho y la cólera de estos cobardes, el Gobierno y el Estado de Derecho pueden y deben responder con las armas contrarias: la verdad, la confianza y la templanza para –golpe a golpe– tanto en el ámbito político como judicial y policial seguir carbonizando a estos miserables. Hemos escarmentado de tanta muerte, de tanto dolor y de tanta trampa. Y eso puede y debe notarse. También. Y ya.
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