Fernando Rayón

Equidistancia

La Razón
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Es frecuente que, cuando se analiza lo ocurrido en Cataluña, muchos echen la culpa al presidente Artur Mas, pero no dejan de recordar los silencios y concesiones que, durante años, el Gobierno central ha tolerado en esa comunidad autónoma y que nos ha conducido a donde estamos. Y se recuerdan incumplimientos de las leyes, y decisiones tantas veces recurribles que se han tolerado para evitar males mayores, referendos incluidos. Y no.

Aquí, en los últimos años al menos, no es que se haya concedido y tolerado, sino que incluso hubo un presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que se permitió la humorada de afirmar que todo lo que viniera del Parlament catalán sería aprobado y apoyado en Madrid. Y no sólo fue así, sino que se creó un estado de opinión en el PSOE y en otros partidos, según el cual todo lo que se decidía en Cataluña había que apoyarlo y comprenderlo para evitar males mayores. Y tampoco.

Por eso, aunque muchos quieren situarse en una tercera vía que reparta culpas entre unos y otros, la realidad es que nos hemos encontrado con un partido socialista que ha navegado y que navega –gracias a su actual líder, Pedro Sánchez– en una equidistancia que demuestra debilidad, pero que en el fondo esconde una falta de criterio y de visión de Estado absoluta. Es verdad que los gobiernos en minoría del PP y PSOE echaron mano de los diputados de CiU para conseguir estabilidad parlamentaria, pero eso se ha demostrado ahora un error tremendo. Hubiera sido más lógico que, en una coyuntura de crisis institucional y económica, se buscara un pacto de los dos grandes partidos pero –cuidado con la equidistancia– aquí la culpa ha sido fundamentalmente del PSOE, que pactó con todos menos con quien debía. Y así estamos. Y veremos lo que nos depara el futuro.