Cristina López Schlichting

España, a la italiana

La Razón
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Socorro. Que me digan qué les tengo que poner aquí, qué debo escribir sobre unas elecciones en las que puede pasar todo y nada. Unos comicios que son un antes y un después. España deja de ser la que conocimos después de Suárez, ese vaivén maravillosamente indolente entre izquierda y derecha, esa cadencia entre cambios y reasentamiento, entre reasentamiento y cambios, con perfecta placidez (no entiendo cómo alguien puede quejarse del bipartidismo). Quienes abominan de tanto aburrimiento se conoce que no han paseado por Oriente Medio, Iberoamérica o África, todos esos sitios terriblemente complicados e inestables, donde el bipartidismo no funciona. Se acabó... toda una vida fardando ante los ingleses o franceses que venían: «Oh, no, esto no es políticamente como Italia... aquí hay gobiernos claros y estables», y ahora, ¿qué les digo a los extranjeros? Nuestros vecinos de la bota, más que organizarse, se desorganizan políticamente. Están habituados a racimos o ristras de partidos en coalición, ejecutivos brevísimos, elecciones anticipadas y caos habitual. La diferencia es que su economía siempre funciona. Las empresas siguen creando empleo, las exportaciones prosiguen, la confianza inversora se mantiene. Sencillamente, en Italia la política no importa, es un juego al margen de lo importante. Aquí, por el contrario, hay una estrecha interdependencia entre poder y negocio. Y no sólo porque hay quien mete mano en la caja (eso es también muy italiano) sino porque apenas tenemos tejido industrial, más allá del turismo, y buena parte de la pequeña empresa, que es la que crea empleo, depende de la macroeconomía, o sea, de la prima de riesgo, la confianza de los extranjeros y esas cosas que hacen que la gente venga a tumbarse al sol en Sitges o en Santa Cruz de Tenerife. Hoy, por vez primera desde la Transición, España puede aunar descontrol económico y político. Crisis y caos, uff. En realidad, y por resumir, no sé quién formará gobierno, ni si se podrá formar siquiera. Si la izquierda (PSOE y Podemos) saca más votos, como parece, que el Partido Popular, Mariano Rajoy las pasaría canutas en un Gobierno en minoría. Y si Ciudadanos vota en el Parlamento contra Pablo Iglesias –como anunció el viernes– tampoco habrá Ejecutivo colorado. No es ni siquiera descabellado que hubiese que convocar comicios otra vez, ahora o en breve. Todo es nuevo en esta cita con las urnas, o al menos desde la Transición: el renovado interés por la política, los debates con gran éxito de audiencia, las encuestas subiendo y bajando a toda velocidad, la absoluta ignorancia de lo que hoy pueda ocurrir. Me voy al debate electoral en 13TV de esta noche como niña con zapatos nuevos, esperando cualquier sorpresa. No hay nada que le guste más a un periodista que una noticia. Ojalá que del baúl de Pandora no salgan tormentas, huracanes o tifones. No estamos para bromas ni podemos, como los italianos, seguir haciendo pizza mientras nos cagamos en el Gobierno porque no llueve.