Luis Alejandre

Esperanza en Bangui

La Razón
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Escribía hace un año sobre la situación en la República Centroafricana (623.000 kms. cuadrados, 4 millones de habitantes) y sobre la difícil misión que desempeñaban desde el aeropuerto de su capital Bangui, 50 efectivos del Mando de Operaciones Especiales del Ejército y 25 Guardias Civiles, encuadrados en la operación «SANGARIS» de la UE liderada por Francia. Como Jefe de Estado Mayor del general francés Lion ya se encontraba el coronel español Juan José Martín, que continúa en zona.

Le imagino como pieza fundamental en el proceso de transición que se vive en la República, que había sufrido crueles enfrentamientos entre «selekas» musulmanes y «antibalakas» cristianos. El panorama que describían el año pasado era preocupante: «El campo del aeropuerto ofrece una imagen dantesca al viajero que aterriza; cerca de 100.000 refugiados se hacinan desesperados a la espera de ayuda humanitaria».

La UE, de la mano de Francia, se adelantó a la lenta maquinaria internacional. España se integró desde el comienzo. Y aquel contingente de limitados 800 efectivos consiguió restablecer la situación bélica, en tanto iban llegando otras ayudas internacionales. Bangui, la ciudad fundada por Francia en 1889, llamada «la coqueta» por su belleza y su privilegiada situación sobre los rápidos del rio Ubangu, el principal afluente del Congo, se había convertido en una de las ciudades mas peligrosas del mundo. El Rey Juan Carlos I en uno de sus últimos mensajes, les diría: «Allí estáis representando lo mejor de España». Más que cierto, por las difíciles condiciones en que operaban.

No es que el polvorín haya desaparecido, pero la situación ha mejorado. Tras dos misiones que no pudieron dar respuesta a la situación (BINUCA de NN.UU en 2010 y MISCA de la Unión Africana en 2013) una nueva misión de NN.UU –MINUSCA– tomó el relevo en septiembre del año integrando todos los esfuerzos anteriores, incluidos los eficaces europeos de EUMAM-RCA. El despliegue previsto es importante: 10.750 efectivos militares que incluyen 240 observadores y 200 oficiales de Estado Mayor y 2.080 policías, incluidos oficiales de prisiones, apoyados todos por un importante contingente civil. Puro capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas, con ciertas incursiones en el VI. Claramente se busca no sólo acabar con el problema de gobernabilidad y con las luchas religiosas o étnicas, sino que trata de recomponer un estado con todas sus atribuciones y responsabilidades. La Resolución (2149) que crea MINUSCA deja un párrafo para solape de lo que hasta ahora ha hecho Europa en la zona: «El Consejo de Seguridad “ve con buenos ojos” que la fuerza (EUMAM-RCA) en la medida de sus posibilidades preste apoyo a la nueva misión». En esto está nuestro actual contingente. Cinco de ellos como Asesores Militares para la Reforma Estructural de las Fuerzas Armadas Centroafricanas (FACA); un pelotón de seguridad procedente esta vez de la Comandancia Militar de Baleares y elementos de apoyo para la vida y servicios. Las misiones de combate se han convertido en misiones de asesoramiento y reconstrucción de estructuras. No es mala señal. La seguridad de sus movimientos la proporcionan tres vehículos blindados «Lince» llegados a la zona a bordo de los aun imprescindibles «Antonov» rusos.

Conviven nuestros hombres con oficiales de 8 de los 29 países europeos: Austria, Holanda, Polonia, Portugal, Rumanía, Suecia con tres extraeuropeos Georgia, Moldavia y Serbia, más lógicamente Francia. Un síntoma claro de esta transición es que Naciones Unidas ha adquirido tres cuartas partes de Camp Moana –nombre dado en recuerdo de un cabo francés muerto de malaria–, el campamento en que conviven y en el que ya despliegan con bandera de Naciones Unidas policías militares de Nepal, helicópteros de Pakistán, policías civiles de Senegal y Congo...

El lector comprenderá lo difícil que es encajar todo este conglomerado internacional en la reconstrucción de un país con heridas graves difíciles de cicatrizar, cuando los asesinados se cuentan –o ni siquiera se cuentan– por miles, cuando dos millones y medio de personas, más de la mitad de sus habitantes, necesitan ayuda humanitaria, cuando 174.000 habían sido obligados a desplazarse internamente y más de 414.000 habían huido a países limítrofes como Camerún, Chad, República del Congo o la Republica Democrática del Congo.

En esto anda nuestra gente. Alguno de ellos convertido ya en experto conocedor del país y de sus carencias. El teniente coronel Serradilla nos dice desde zona: «Nuestra sistemática iniciativa de reforma del sector de la defensa, no se ve acompañada por las transformaciones imprescindibles en otros sectores claves de la administración, principalmente en cuerpos policiales y en servicios de inteligencia». El problema de fondo es: «que mientras el Gobierno no sea capaz de recuperar el control efectivo de su territorio, utilizando entre otras a las fuerzas de defensa y seguridad como instrumento de buena gobernanza, la economía seguirá siendo inviable y el desarrollo permanecerá estancado».

Diagnóstico conciso y claro. Y sé que lo dicen, ofreciendo su esfuerzo a un país al que quieren. ¡Se llega a querer una misión exterior, como si fuera una misión en España!