Alfonso Ussía

Estas nenas

Las feministas profesionales. Estas nenas tan sorprendentes. Tan calladas con los ataques miserables a Cristina Cifuentes. Tan alteradas por un anuncio de la Lotería Nacional. Soy consciente de que lo de «nenas» me va a suponer un largo camino de penitencias. Estoy dispuesto a afrontarlo. «Por un anuncio muy tonto/ por una bobada apenas/ se mosquearon de pronto/ las extravagantes nenas». Octosílabos y rima consonante. Se pueden escribir mejores, pero estoy situado entre la melancolía, el desaliento y la indolencia. Las nenas no dijeron ni «mu» cuando Valderas le dedicó una grosería sexual a una mujer del Partido Popular. Eso no vende. Las nenas no protestaron cuando un maltratador de género fue elegido presidente de los socialistas vascos. Pegaba a su mujer. Para las nenas, la mujer de Eguiguren merecía las palizas porque no condenaron al atizador. Para mí, que las feministas profesionales no quieren a las mujeres, recelan de la belleza y huyen del equilibrio. El feminismo profesional es un rincón más de la tarta política. Más política que sociedad. «Doy gracias a Dios todos los días por haber nacido mujer. Pues de ser hombre, tendría que haberme casado con una mujer». Lo escribió Madame de Stael cuando aún no se habían puesto de moda los matrimonios homosexuales y dirigirse a Dios era menos arriesgado que ahora. La señora de Stael, que era libre de decir y escribir lo que en gana le viniera, estaría hoy condenada al ostracismo, expulsada de la comunidad y obligada a mostrar su más profundo arrepentimiento por escribir una broma irónica. Como mujer culta jamás se hubiera atrevido a hablar de los «linces y linzas» , de los «trabajadores y trabajadoras» de los «compañeros y compañeras» y de los «jóvenes y jóvenas» o «miembros y miembras» porque de simple, iletrada y tonta no tenía un pelo. Y era valiente. Hizo más por la dignidad y la búsqueda del sitio de la mujer en la sociedad que todas estas nenas profesionales juntas. Como Nathalie Clifford Barney, como «lady» Ashtor, como todas las mujeres que alcanzaron el rango de influyentes gracias a su talento, y no a las subvenciones. Ahora se fijan en eso. «Todos quieren tocarme», o algo así reza el billete de la Lotería que tanto ha molestado a las nenas. Una memez. Simultáneamente a ese enfado, en Corea del Norte, el encantador tirano comunista Kim-Yong-Un ha ordenado la ejecución mediante fusilamiento público de su antigua novia, Hyon-Song-Wol por grabar y vender pornografía. Un asunto que viene de lejos. El padre de Kim-Yong-Un, el difunto Kim-Yong-Il, se había opuesto al noviazgo de su cochinete con la cantante.Y el jamoncete obedeció a papá, que era muy suyo. Diez años más tarde, y para eliminar toda huella del pasado, el criminal mamarracho ha mandado eliminar a su ex-novia, que recibió el tiro de gracia en presencia de su familia, con el fin de darle un toque más humano al crimen de Estado. Es cierto que una protesta de nuestras nenas profesionales al asesino comunista de Corea del Norte, se la hubiera pasado el asesino comunista de Corea del Norte por los aledaños de sus criadillas, pero el fundamento del feminismo no es siempre conseguir sus propósitos, sino manifestar públicamente sus desacuerdos y protestas en cualquier parte del mundo en el que una mujer es vejada, humillada, maltratada o asesinada. En Palestina está prohibida la homosexualidad y se castiga con la muerte, pero nuestras izquierdas son partidarias de Palestina y adversarias ideológicas de Israel. En Palestina, las adúlteras son lapidadas y las jóvenes que se entregan a un hombre sin permiso de su padre, ejecutadas por su propio padre. Pero nuestras nenas profesionales sólo se enfadan por un mensaje, probablemente innecesario, impreso en los billetes de la Lotería Nacional. Lo de Corea, Palestina, las ablaciones en África y demás salvajadas contra las mujeres les importa un bledo a las nenas, porque van a lo fácil, a lo local, a lo inmediato, para justificar las subvenciones y hacer el paripé. ¿Han escrito al niño Pradera y al compañero Llamazares afeándoles su vileza con Cristina Cifuentes? No. ¿Han publicado un escrito de moderada protesta por el asesinato de un ser indefenso en una tiranía comunista? No. ¿Han solicitado a las autoridades palestinas que los homosexuales y las mujeres sean respetadas como en Israel? No. ¿Se han enfadado por un billete de la Lotería Nacional? Sí, y mucho. Pues que las ondulen con la permanén. Ay, estas nenas.