Alfonso Merlos

Éxito y peligros del populismo

Hay personas que nunca llegan a darse cuenta de que lo que están buscando no vale más que lo que están perdiendo. Prediquémoslo de los votantes de Podemos. Y reconozcamos lo obvio: el resultado ha sido un éxito para los que han vivido del populismo, la demagogia y la exaltación de las masas. Indiscutiblemente, lamentablemente. Es lo que democráticamente hay, y en este punto no cabe tacha alguna.

Pero los reparos, las críticas, las amenazas y los peligros reales que derivan del escrutinio pueden y deben empezar a contemplarse y anticiparse desde ya, sin perder un instante. Porque el apogeo del neocomunismo en una sociedad avanzada como la española, de forma generalizada y pareja en comunidades autónomas y ayuntamientos –grandes, medianos y pequeños– no es cosa menor. Los estragos que puede causar en el plazo más inmediato serían de formidable gravedad.

¿Por qué? Porque si los correligionarios de Iglesias, Errejón o Bescansa cumplen con su ideario y su programa sólo contribuirán al empobrecimiento de la gente, al deterioro de la convivencia, a la tensión y la radicalización. Y porque si la agenda de los políticos de la camiseta morada pasa por recuperar la lucha de clases, las heridas que se abrirán pronto en las calles y las instituciones de medio país no serán fáciles de cerrar, ni siquiera superado en los próximos meses el rubicón de las elecciones generales.

La única duda hoy es si los abonados al marxismo antisistema serán inflexibles en sus planteamientos «anti casta» o, por el contrario, entrarán en el pasteleo y el colegueo con los socialistas con el fin de crear un cinturón sanitario y asfixiar al Partido Popular. Lo primero es malo. Lo segundo, peor. Atémonos los machos.