Iñaki Zaragüeta

Fabra no acepta la menor sospecha

La firmeza del presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra, ante cualquier cuestión de los cargos públicos con la Justicia, en el momento que se dicta la imputación, provocó ayer la remodelación de su Gobierno, momento que aprovechó para menguar la estructura de su Gobierno rebajando de diez a ocho conselleries. En esta ocasión, la causa vino motivada por la imputación del conseller de Hacienda como consecuencia de revelación de secreto, un asunto del que probablemente saldrá absuelto si llega a abrirse juicio oral, pero que originó su dimisión de acuerdo con la política del presidente valenciano.

Con ello, Fabra mataba dos pájaros de un tiro. Por un lado, mantenía su batalla a favor de la transparencia y contra cualquier sospecha sobre la actuación de quienes dependen de él. Por otro, practicaba las directrices marcadas por el presidente Mariano Rajoy, que invitó a los suyos a rebajar el número de departamentos en los Gobiernos autonómicos, así como de sus parlamentos y organismos de todo tipo que abundan en las comunidades.

Desde que llegó al poder, Fabra ha depuesto a todas las personas que han sido imputadas por los tribunales, siempre que su destitución dependiera de su firma. La línea que ha imposibilitado aplicar esta norma, la ha marcado el Tribunal Constitucional sobre los electos, cuyos escaños pertenecen al individuo y no al partido ni al presidente de un Gobierno. Aún así, los afectados, que en la Comunitat son casi una decena, saben perfectamente que su marcha es el deseo de Fabra. Ha dejado claro que los tiempos pasados no pueden repetirse. Así es la vida.