Julián García Candau
Fallaron los dos
Fallaron los dos. El Madrid no repitió la excelencia europea y el Barça se topó de nuevo con un equipo que supo jugarle y que perdió por un penalti mal pitado y, fundamentalmente, por la ausencia de sus dos mejores jugadores, Bruno y Cani, que lo pusieron en inferioridad frente al Barcelona.
Carlo Ancelotti volvió a apostar por la base del buen juego, pero se arrepintió. Cuando vio que el partido se le ponía cuesta arriba recurrió a más fuerza y el conjunto comenzó a practicar el fútbol tantas veces repudiado por la opinión pública. Cuando el entrenador ya había encontrado el equipo idóneo, cuando el juego había cambiado de cara y la triangulación, la posesión del balón, la ausencia de patadas a seguir y la rapidez para recuperar las pelotas perdidas parecían marcar el nuevo horizonte que le llevaría a la tierra prometida, todo se volatilizó.
Dos goles en contra, marcados por un equipo eminentemente voluntarioso, pusieron al Real Madrid contra las cuerdas. No estuvo el árbitro iluminado, pero tampoco lo estuvo Sergio Ramos, que se ha ganado la mirada inquisidora de la mayoría de los árbitros, con alguna excepción, claro está, y de ahí que fuera expulsado el sábado.
El Barça dominó desde el principio y el Villarreal únicamente buscó algún contraataque. El equipo azulgrana tardó en quitarse la masa de los dedos y para ello fue preciso que recurriera a Xavi. Con él en el campo logró el tanto que le dio el triunfo. El del penalti injusto también lo marcó Neymar. El Villarreal acusó deficiente banquillo.
Posdata. Neymar lleva cinco goles en dos partidos. Demasiada gloria para compartir con Messi. ¡Ojo!
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