Vaticano
Fin de partido
El 7 de julio el Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano puso punto final al proceso por la divulgación de documentos y noticias reservadas iniciado hace ocho meses.
De la sentencia los medios de comunicación en general han destacado que los dos periodistas implicados, autores de los dos libros que provocaron el escándalo, han sido absueltos. Uno de ellos Gianluigi Nuzzi llevado del entusiasmo ha calificado la jornada como «histórica». Más sobrio en sus comentarios el portavoz vaticano Lombardi afirmó que no había sido un proceso contra la libertad de prensa aunque- añadió –«la profesión periodística tiene que respetar ciertos límites si concurren otros bienes importantes que hay que tutelar»–.
Como no podía ser menos Monseñor Lucio Ángel Vallejo ha sido condenado ya que él mismo se confesó culpable de lo que el papa Francisco calificó como un «delito». La fuga de noticias y documentos, en efecto, y su difusión sesgada y descontextualizada en los medios de comunicación produce efectos devastadores para la imagen de la Iglesia en la opinión pública. Por esa razón el papa promulgó en el 2013 una ley que castiga a quien lo comete.
Pero la condena de Monseñor Vallejo (como la de la señora Chaouqui) ha sido mucho más benigna de lo que habían solicitado los fiscales y de lo que él mismo se esperaba ( entre cuatro u ocho años de reclusión). Lo explica de nuevo Federico Lombardi al afirmar que los jueces «en plena autonomía han dictado sentencia con una actitud de justicia y de clemencia». Y queda aún abierta, por supuesto, la hipótesis de que el Santo Padre conceda su gracia a los dos únicos condenados.
El monseñor astorgano ( aunque riojano de nacimiento) ya ha sido puesto en libertad; de momento parece que ha optado por desaparecer de la circulación y refugiarse en la discreción. Es lo más sensato pero a la larga tendrá que tomar una decisión sobre como encauzar su nueva vida quebrada por una serie de errores y equivocaciones difíciles de explicar.
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