Julián Redondo
Gana quien quiere
Al fútbol suele ganar el que hace la mejor propuesta. El Madrid, sin alardes ni florituras, quiso y pudo. Chicharito, ese menudo delantero centro que sólo por una sucesión de carambolas entró en la alineación de Ancelotti, lo clasificó para semifinales. El gol no le garantiza otra temporada en Chamartín, pero le permite entrar en la historia blanca, más o menos como Anelka y Karembeu. Ironizaban los madridistas al bautizar este derbi como el partido de las diez Copas de Europa... Innegable. Relucen las vitrinas del Bernabéu con trofeos que reciben más visitas que la mayoría de los museos de la capital, mientras el Atlético, que asume los mayores riesgos por encerrarse en su campo, seguirá soñando: no sonó la flauta. Todos los méritos que hizo el año pasado para llegar Lisboa, en éste no ha exhibido ni uno para acercarse a Berlín. En el Calderón le salvó Oblak de la eliminación y en lavuelta prefirió enredarse en el horror a pesar de las bajas del rival. El sueño era imposible porque no se lo creyó. Arda, que es un buen pelotero, hasta que Brych le expulsó hizo más faltas que jugadas, y dos de ellas, sobre todo el plantillazo que supuso la expulsión, merecieron la amarilla. Con 0-0 y a un cuarto de hora para el final, el Atlético se quedó con diez, aunque Oblak vale por dos. Estaba cantada su derrota porque no hizo nada por alcanzar la victoria, ni siquiera los cambios, en la línea de su partido, salieron bien.
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