Alfonso Ussía
Gris perlita
Si la sobrinita Montse hace la Primera Comunión por la mañana, el tío Artur puede asistir a la ceremonia religiosa, al posterior ágape y entrega de regalos vestido con un traje gris perlita. Si su monja enamorada, la coñazo argentina, le invita a Artur Mas a comer caracoles en una masía rural, Artur Mas puede asistir a la desagradable ingestión de moluscos testáceos de la clase de los gasterópodos vestido con un traje gris perlita. En este supuesto gastronómico, podría considerarse correcto que Artur Mas, para no manchar con la salsa su traje gris perlita, cubriera su zona pectoral con una servilleta –si lo desea, también gris perlita–, anudada a su cuello. Si la Junta Directiva de la Asociación Catalana de Fabricantes de «Caganers» solicita la presencia de Artur Mas para que éste inaugure la magna exposición de la alfarera porquería, Artur Mas está estéticamente autorizado a vestirse con su adorado traje gris perlita. Pero acudir a visitar al Rey, por los motivos que sean, con un traje color gris perlita es, como poco, una horterada gratuita y una demostración de paletería protocolaria.
Y así, de gris perlita, llegó Mas al Palacio de La Zarzuela «en son de paz» con el objetivo de explicarle al Rey sus planes independentistas. Y el Rey, que iba vestido con un traje azul oscuro, le dijo que tararí que te vi, porque el traje azul oscuro siempre vence al gris perlita.
La Generalidad, a través de alguno de sus portavoces, ha reconocido con complacencia que la reunión se desarrolló en un ambiente «cordial».
Era de esperar. Pero no tan cordial, por cuanto el Rey que lo es con todos los que van a visitarlo, mostró un gesto de tensión y hastío que no es habitual en él. Nadie, excepto el Rey y el del traje gris perlita, conocen el tono y el contenido de su conversación, pero no albergo ni una esquina de duda de que el Rey le recordó a Mas que España, la unión y la realidad de España, es innegociable. Se lo ha podido recordar en tono airado, medio, bajo, acompañado de una sonrisa o de una mueca de hartazgo, pero sin permitir una malinterpretación del mensaje. Mas, gran gesticulador, aprovechó los momentos de las fotografías oficiales para aparentar una cordialidad y un desparpajo muy lejanos a su estado de ánimo. El Rey no hizo teatro. Trató con elegancia al hortera del traje gris perlita midiendo con sobriedad sus gestos y expresiones. Por algo el Rey es un señor que recibe a sus visitantes institucionales con un traje azul oscuro y Mas un paleto que visita al Rey de gris perlita.
Estoy seguro de que Mas, le habrá recordado al Rey que quien le visitaba es el Presidente de la Generalidad de Cataluña, como si el Rey no supiera a quién le abre la puerta de su despacho. Del mismo modo, estoy convencido de la prudencia del Rey, que no le habrá recordado a Mas su condición de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, entre otros motivos, para que no se advirtiera en el traje gris perlita una evidente compenetración entre el Presidente de la Generalidad y los artísticos y elegantes elementos artesanos conocidos por «caganers». Además, no ha pasado mucho tiempo desde la pitada al Himno de España y al Rey con Mas situado al lado de Su Majestad y disfrutando con la grosería, como así reconoció en posteriores declaraciones. Pero al Rey no le hace falta recurrir a recordatorios que podrían manipularse hasta extremos grotescos en los medios de comunicación de Cataluña, todos ellos dependientes de la Generalidad. Para mí, que la conversación fue la siguiente: –Majestad, creo que ha llegado la hora de que Cataluña se independice de España–; –Señor Mas, no coincido con su punto de vista–; –Majestad, lo tenemos todo preparado y en marcha–; –Me han dicho, señor Mas, que en Cataluña también está pegando el calor de lo lindo–; –de lo lindo, Majestad–; –Muy agradecido por su amable visita–; –ha sido en son de paz–; –vale, vale, ¿ha venido en coche o le llamamos un taxi?–; –he venido en coche, Majestad–.
–Salude a su mujer de mi parte–; –gracias, muy amable–.
O algo parecido. Otra cosa no cabe en cabeza más o menos humana. Lo más destacable de la fundamental audiencia del Rey a Artur Mas – y en ese detalle están de acuerdo casi todos los analistas nacionales e internacionales–, ha sido el traje gris perlita del visitador.
Precioso.
✕
Accede a tu cuenta para comentar