Ely del Valle

Guatepeor

La Razón
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Una vez que parece que las relaciones entre PP y PSOE vuelven al cauce de lo que es normal, y que la investidura de Rajoy, por lo visto, es sólo cuestión de que Fernández consiga una fórmula para que la abstención no le haga otro siete al partido, hay que reconocer que tampoco se entiende muy bien la urgencia de los populares por hacerse con un gobierno de manos atadas que se va a ver obligado a comerse con patatas la parte mollar de su programa electoral.

De entrada, dos días después de que Fátima Báñez haya prometido que las pensiones se van a revalorizar un 0,25%, el que hubiera sido el gobierno «sanchista» del cambio, ha presentado una iniciativa en el Congreso para que esa revalorización se adecue a la subida del IPC. Independientemente de que la petición sea o no razonable, que eso es otra cuestión, la demostración de fuerza que han hecho PSOE, PNV, Unidos Podemos, ERC y el grupo mixto, convertidos en mayoría absoluta desde la oposición, sólo es un aperitivo de lo que va a ocurrir durante toda la Legislatura. La excusa que pusieron los barones para cargarse a Sánchez fue impedir un gobierno alternativo con los de Iglesias y los independentistas; sin embargo ya ha quedado claro que en la oposición no hay aliado malo y que no hay mejor argumento para ir en comandilla que conseguir que el PP gobierne a contrapelo.

Rajoy se equivoca al consentir una investidura a palo seco que huele a traje nuevo del emperador; claro que también se habría equivocado al exigir condiciones, so pena de renunciar a ella, porque en ese caso, se hubiera convertido en el único culpable de unas terceras elecciones. Por eso choca un tanto la alegría de los populares, como queriendo obviar que el PSOE no es el único que tiene que elegir entre Guatemala y Guatepeor.