Manuel Coma
¿Hasta dónde llegará el nuevo líder?
Las preguntas chinas y universales del día y de una próxima larga temporada son quién y qué es Xi Jinping, a dónde quiere ir y hasta dónde puede llegar. No es cuestión teórica. Lo que está en juego para sus compatriotas en primera instancia, para sus vecinos en segunda y enseguida para el resto del mundo es ¿a dónde nos lleva?, pues nadie duda ya de la capacidad de arrastre de China. De entrada, Xi es lo que por llaman un «principito», hijo de un importante líder de la Revolución, a pesar de lo cual su vida no ha sido un lecho de rosas. Su padre fue depurado por Mao y durante la «revolución cultural» fue uno de los 30 millones de desterrados a remotas aldeas rurales. Pero esencialmente pertenece a la generación que salió a la luz y se educó universitariamente con el sucesor de Mao, el reformista Deng Xiaoping. Más tarde, ejerció importantes responsabilidades económicas en algunas de las más dinámicas provincias chinas, donde adquirió fama de ser un líder favorable al mundo de los negocios y la racionalidad económica, lo que alimenta las esperanzas de que sea quien realice las profundas reformas que tanto necesita el hiperpolitizado capitalismo de compinches.
En sus discursos de toma de posesión en noviembre como secretario del partido y presidente de la poderosa Comisión Militar Central, y ahora como presidente del Estado, renunció a los más putrefactos latiguillos del estereotipado lenguaje partidista y tanto él como su primer ministro, Li Keqiang, han hablado de los problemas nacionales, tal y como claramente los ven sus compatriotas y todos los que observan el país, empezando, sin ambages, por la corrupción, que es de un orden de magnitud casi incomparablemente superior a la que a nosotros nos aflige. Dicen que se proponen arreglarlos, pero se guardan mucho de decir cómo. En el sistema chino no se hace carrera anunciando intenciones de cambio e innovación. Se hace mostrando lealtad a los que mandan y tienen la capacidad de aupar a los aspirantes. Xi ha sido muy prudente diciendo cosas bonitas y que suenan relativamente nuevas. Los jerarcas políticos que se enriquecen en estrecha simbiosis con el mundo de la empresa privada también están extremando la prudencia, no por abandono del extorsionismo, sino practicándolo con mayor cautela y sigilo. Hasta dónde pretende Xi llegar, esperemos que lo tenga claro. Hasta dónde le dejan y está él dispuesto a forzar la marcha, tardaremos al menos un par de años en saberlo. En la China de hoy lo es considerablemente, descartando, en principio, cambios rápidos y drásticos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar