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Héroes

La Razón
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Doscientas obras de arte, saqueadas de iglesias y conventos burgaleses por encargo de un perista, vuelven a casa gracias al empeño de la Guardia Civil. Doscientos cálices, cruces, crucifijos, trozos de retablos, peanas, columnas, portavelas, pinturas y relicarios, fechados entre el siglo XVI y el XVIII, que los canallas habían confiscado en una reedición cutre de la desamortización, en un arranque cañí del saqueo napoleónico, recuperados merced a la dedicación, la paciencia, la profesionalidad y el cuajo de la Benemérita.

Que en nada recuerda a la que obligaba a disfrazarse de noviembre al coñac, repartía hostias como panes y atemorizaba a la ciudad de los gitanos con la vaga astronomía de pistolas del Lorca sonámbulo (mal leído por Borges, que tan bien leía cuando le daba la gana), sino un cuerpo modélico y europeo.

A la Guardia Civil los españoles le debemos, entre otras cosas, la lucha contra el terrorismo carlista y su manto de sangre. En los días negros, en las noches del cáncer estalinista y la estafeta de goma 2 con tuercas en la olla, los alféreces y tenientes de la Guardia Civil levantaron un espigón democrático.

A falta de mejores materiales, usaron sus propios cuerpos. Épocas oscuras y recientes en las que los jóvenes cadetes, recién licenciados por la muerte, hacían el viaje de vuelta al panteón familiar en Castilla, Extremadura y Andalucía mientras medio país rumoreaba en contra y especulaba con el dialogo y las secretas intenciones del verdugo.

Pero con los adalides de la muerte no cabe negociar. Así, a fuerza de comerse inviernos terribles acuartelados como indios en la diligencia de Ford, mediante la ardua recopilación de informaciones y la lenta acumulación de pruebas, juicio a juicio, pusieron títulos de crédito a la balada del asesino. Finiquitado el ogro emplean sus tardes en proteger nuestro patrimonio.

Toca rendir homenaje y celebrar a nuestros agentes, que perdieron la vida para que el resto la ganásemos y que hoy pastorean las joyas con las que una punta de piratas quería lucrarse.

En EEUU Bruce Springsteen, amigo de Obama, actúa todos los años en un concierto/homenaje, Stand up for Heroes, que recauda fondos para los militares heridos. En España, por algo así, a Springsteen le dirían fascista. Así nos luce.