Elecciones catalanas

Hiperventilados

La Razón
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En el argot del llamado «procès», es decir el plan golpista para separar Catalunya del resto de España, los llamados «hiperventilados» son un conjunto de patriotas que trabajan en los medios de comunicación y que ante los momentos de quiebra de la unidad separatista tienden a exagerar su posicionamiento mediante editoriales agresivas, incitaciones a movilizaciones o amenazas veladas hacia los dirigentes políticos que muestren señales de debilidad, proponiendo salidas imaginativas entre la comicidad y la vergüenza ajena. En estos últimos años, la sociedad catalana (y en su conjunto la sociedad española), ha vivido momentos de una enorme tensión y angustia, resuelto por los secesionistas mediante jugadas «maestras», manteniendo vivo el desafío al estado, y que genera situaciones absurdas para el marco mental de una persona normal, pero que en el subconsciente de la masa abducida nacionalista genera euforia, logrando transformar lo imposible en una meta fácil. La quimera de separar Catalunya del resto de España ha generado un espécimen autóctono que dirige los medios. Es el «hiperventilado».

Hemos visto cómo unos días antes del 9-N, el referéndum de 2014, ERC abandonaba las negociaciones mientras Artur Mas negociaba con la CUP un «proceso participativo» que al final todos acababan aceptando. Posteriormente, Mas, el «Astuto», propuso la creación de una lista conjunta para ir a las elecciones, rechazada por Oriol Junqueras, creando una situación de enorme tensión entre los partidos supremacistas que se resolvía con la creación del monstruo «Junts pel Si», con el candidato Artur Mas en la cuarta posición y una histérica Carme Forcadell que encabezaría la presidencia del Parlament. Todo gracias al esfuerzo de los hiperventilados.

Sin embargo, el resultado de las elecciones impedía que la CUP, el partido de los hijos de la burguesía separatista y disfrazados de revolucionarios con Iphone7, votasen al candidato Mas. En una asamblea vergonzosa consiguieron el mayor de los ridículos, con un empate imposible a 1515 votos. Todo ello acabaría con «un pasito al lado» de Mas y el nombramiento digital del candidato número 8 por Girona como presidente de la Generalitat. Los hiperventilados de nuevo consiguieron salvar escollos.

La moción de confianza que forzó la CUP para aprobar los presupuestos, puso de los nervios a los plumillas y en un alarde de ingenio plantaron un nuevo referéndum. Llegaría el 1-O, con la victoria de la propaganda golpista a base de violencia e invención de la violencia, que terminaría con la ridícula proclamación de la República catalana de los 8 segundos del 10 de octubre. La felicidad de los hiperventilados duró poco. La toma de control del Estado sobre la Generalitat, la implantación del artículo 155, la huida de unos y la cárcel de otros, la nueva derrota electoral del separatismo el 21-D (al no alcanzar el 50% de los votos), y la candidatura a president del huido Puigdemont, termina con mensajes de rendición retransmitidos en directo por la televisión. Mientras, los hiperventilados buscan nuevos candidatos de consenso, aconsejan a Puigdemont alquilar una casa en Waterloo, sin saber que le espera Santa Elena (Estremera). El proceso seguirá hiperventilado, sin duda.