César Vidal
¿Ignorancia o traición?
Entre las voces que, últimamente, han apoyado la sedición en Cataluña se han dado cita chavistas, clérigos y fabricantes de cava, lo que no sorprende porque el nacionalismo catalán lleva décadas tejiendo una maraña de intereses. Con todo, quizá uno de los casos más graves ha sido el de aquel que ha afirmado que la secesión encaja en los principios del liberalismo porque un estado del que no pueden separarse las partes es una prisión. Semejante afirmación sólo puedo atribuirla a la ignorancia más supina o a la traición más vil. El derecho de secesión sólo ha existido en la antigua Unión Soviética –nación profundamente liberal, como todos saben– en la soviética Etiopía y en la caribeña San Cristóbal y Nieves. Por supuesto, ha sido negado –incluso penado– en las constituciones democráticas comenzando por la de Estados Unidos, donde los Padres fundadores señalaron que la unión era «en todo y para siempre». De todos es conocido que trece estados del sur intentaron esa secesión en 1861, pero Lincoln supo frenarla consciente de la carencia de legitimidad de tal paso y de que significaría el final de la república. Ni siquiera el principio disparatado y romántico de las nacionalidades consagrado por Wilson y manipulado por Lenin llegó a un derecho a la secesión. El artículo 1.2 de la Carta de la ONU, de 26 de junio de 1945, las resoluciones 1514 (XV) y 2625 (XXV) de 1960 y 1970 y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966 restringieron la autodeterminación a territorios sometidos a un poder colonial lo que, obviamente, no ha sido jamás Cataluña. Hasta el caso de Kosovo que tanto gustan de invocar los nacionalistas catalanes no es aplicable porque el territorio se hallaba sometido a una intervención de la ONU para evitar graves violaciones de los derechos humanos e incluso parte considerable de la comunidad internacional sigue considerándolo carente de legitimidad. Lo que hay en Cataluña es un delito continuado de sedición frente al que Rajoy podría haber utilizado, entre otros instrumentos, el artículo 155 de la Constitución, con apoyo en el Senado; el 545 del Código Penal, recurriendo a la fiscalía o, todavía mejor, el 22 de la Ley de Seguridad Nacional. Ésa es la realidad jurídica y si alguien da alas a los nacionalistas catalanes que no se jacte de ser liberal. Si acaso, ignorante o traidor.
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