Toni Bolaño
¡Impúgneme, por favor!
Vaya por delante que no soy muy partidario de que el Gobierno impugne. Lo que no está tan claro es que el Ejecutivo de Mas no se esté esforzando por conseguir que el Gobierno impugne. El Govern está haciendo ímprobos esfuerzos para provocar una impugnación que pueda ser usada como agitación. Tenemos numerosos ejemplos. Las papeletas de la consulta son las mismas que impugnó el TC. De hecho, las papeletas siguen hablando de consulta, no de proceso participativo. Se mantiene la pregunta impugnada. Se fuerza la apertura de colegios y la participación de funcionarios con llamadas, correos electrónicos y encuentros de los que no se levanta acta. Sin embargo, los especialistas del Derecho consideran que estas son actuaciones jurídicas no normativas, por lo cual son susceptibles de ser impugnadas. Y añaden, «el Govern pretende montar un mundo ficticio para que no parezca lo que no es, pero es evidente que lo es». Por si fuera poco, el Govern mantiene activa su web sobre la consulta, ha pagado las urnas y la impresión de papeletas. En conclusión, el Govern participa de forma activa en la promoción de un acto suspendido por el TC. Si alguien necesita alguna prueba más la puede encontrar en la publicidad institucional que emiten los medios públicos, y algunos privados. Los medios audiovisuales han recibido una carta, firmada por el secretario de comunicación Josep Martí, en el que se les exige que emitan la publicidad por «interés público» y, eso sí, de forma gratuita. El envío de esta carta pone en evidencia al conseller de presidencia, Francesc Homs, que ayer decía que «no se puede prohibir lo que no se hace». Pues sí, conseller, se hace. Mas sabe que la encuesta del 9-N será un relativo fracaso. Dos millones de personas pueden ir a votar, según encuestas y sus propias previsiones, pero no lo harán cuatro millones seiscientos mil. Podrán montar grandes colas ante los colegios de votación pero lo cierto es que el 9-N es la crónica de un fracaso anunciado. Nada mejor para evitar males mayores que el Gobierno impugne. Por eso, están poniendo todo su empeño. Piden a gritos: ¡impúgneme, por favor! No les haga el juego, señor Rajoy. Mas necesita la impugnación para seguir adelante.
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