José María Marco
Inhomologable
Entre las muchas reacciones a la elección de Xavier García Albiol como candidato del Partido Popular a la Presidencia de la Generalidad de Cataluña, la más radical ha sido aquella en la que se sugiere que García Albiol no es ni «civilizado» ni «homologable». Lo de «civilizado» resulta trivial. Ya sabemos que todo aquel que no comulgue con los presupuestos estéticos –sobre todo estéticos– de la divina izquierda tiene poco que hacer. Lo de homologable, en cambio, roza lo sublime. No hay ningún elemento de comparación con respecto al cual se pueda decir lo que es o no es homologable. Es homologable lo que la divina izquierda decide que es homologable. Punto.
Desde esta perspectiva, la no homologabilidad (sea lo que sea que quiera decir esto) de García Albiol no es una mala noticia. Significa que el Partido Popular parece empezar a pensar que no es imprescindible conseguir ciertas homologaciones para actuar. Y significa también, tal vez, que el Partido Popular ha empezado a abandonar la estrategia tradicional del centro derecha español según la cual la representación del conservadurismo español en Cataluña corresponde a los nacionalistas catalanes. Prat de la Riba lo expresó muy bien, en su tono un poco clerical, cuando dijo que lo único que querían los catalanes (es decir, los nacionalistas) era que los dejaran en paz. Y el centro derecha mordió el anzuelo.
Dejar atrás la neurosis de homologabilidad no quiere decir responder al estereotipo de hirsuto primitivismo que, por otro lado, tanto atrae a la divina izquierda en los nacionalistas, siempre que estos no se digan españoles, claro está. Como demostraron las últimas elecciones en Madrid, el Partido Popular, que pierde votos por su derecha, los pierde también por el centro. Pues bien, es desde el centro desde donde se debe reconstruir la capacidad del PP para volver a atraer al electorado. En contra de lo que parece, no son direcciones contradictorias. Se trata de claridad, de voluntad de argumentación, de fijar y plasmar el marco que haga comprensible el sentido de la acción política.
Después de los buenos resultados obtenidos por Alicia Sánchez Camacho, García Albiol se ha embarcado en una aventura fascinante: reconstruir una posición nacional de centro en Cataluña, en contraste con los nacionalistas y con Ciudadanos. Los primeros lo han abandonado. Los segundos, como era de esperar, han ocupado esa posición que hasta ahora le correspondía al PP. Sin contar con que el estilo –inhomologable, recuérdese– del ex alcalde de Badalona no deja de resultar atractivo para los votantes socialistas.
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