Julián Redondo
Isco es la solución
Gareth Bale apura la recuperación para llegar a casa, su hogar dulce hogar, el 3 de junio, fresco como una rosa de la campiña inglesa. Huelga decirlo, pero por si alguien no lo sabe, es la final de la Liga de Campeones en Cardiff. Juegan el Madrid, que ha ganado 11 trofeos de 15, y la Juventus, que ha perdido 6 de 8. No es Poulidor, pero casi.
Después de ver la eliminatoria con el Mónaco, a Higuaín como un juvenil, a Dani Alves con la fuerza de un titán, a Buffon inmortal, a Mandzukic pandillero y a Dybala como la estrella emergente, los italianos han marcado terreno y adquieren cierto rol de favoritos, si bien el Madrid marcha en cabeza de las apuestas, aglutinadas en esas casas que no dejan nada al albur, montadas para ganar dinero y que son más finas que el coral. Pero la cuestión, a raíz de la actuación de Isco en el Vicente Calderón y en algunos partidos más del último mes y pico, no es ésa sino el dilema que se le plantea a Zinedine Zidane si Bale, que es galés e ídolo local y hasta tiene un bar en Cardiff, está recuperado y en perfecto estado de revista para el trascendental acontecimiento.
Porque Isco no es el problema sino la solución, qué hacer con el chico de los 100 millones de euros. Con el malagueño, talento en estado puro, el equipo gana en equilibrio, armonía y fiabilidad, como se apresuró a subrayar Kroos, que corre más que Eliud Kipchoge cuando el míster cumple con el requisito de alinear a la BBC.
A 23 días de la final, las hipótesis valen menos que un duro de madera. Pero hay que plantearlas. En el supuesto de que Bale llegue a tiempo, ¿le faltará ritmo? Seguramente. ¿Le alineará Zidane en perjuicio de Isco? Probablemente. ¿Y si alinea al galés, no será éste víctima de la ansiedad por jugar en casa y se romperá? No hay que descartarlo: fragilidad, recuperación acelerada y ansiedad. Tiene todas las papeletas para «caer». Luego la solución es Isco y el problema, Bale. Al bueno de Zizou le van a pitar los oídos.
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